Foto: cortesía de la marca.

Redacción T Magazine México

En el estudio de Urban Pottery, el tiempo se mide en gestos y temperaturas, no en horas. La artista Evi Louka modela cerámica como si tradujera recuerdos en textura; fragmentos del mar, del sol, de un verano antiguo que se resiste a desaparecer. Cada pieza —ya sea un plato, una baldosa o un objeto irregular— guarda la huella de la mano que la formó y el pulso del paisaje que la inspiró.

Su práctica, íntima y contemplativa, se mueve entre el oficio y la emoción. Louka no busca simetría ni exactitud, sino presencia. La imperfección se convierte en un código estético y espiritual, una forma de revelar la fragilidad de lo hecho a mano. En su estudio, la arcilla se mezcla con la luz, el color con la memoria, y el Mediterráneo se vuelve materia respirable.

Urban Pottery Studio nació en una mesa pequeña, entre bocetos y polvo de barro, y creció hasta convertirse en un espacio de creación pausada donde cada objeto parece contener un recuerdo. Su obra invita a tocar, no para comprobar su forma, sino para reconocer su temperatura.

Foto: cortesía de la marca.
Foto: cortesía de la marca.

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