
Por Carolina Chávez Rodríguez
Desde su estudio entre Brooklyn y Portland, Alex Proba ha hecho de la abstracción un manifiesto de vitalidad. Su trabajo no se limita a un soporte, porque viaja de la pintura a la escultura, del diseño de interiores a las instalaciones públicas, siempre con la misma premisa que es celebrar la vida cotidiana a través del color y la forma. Emocionante, ¿no?

Proba entiende la naturaleza como una fuerza que no solo inspira, sino que dicta los ritmos de su obra. Lo vegetal, lo acuático, lo mineral, se traducen en esculturas de gran escala, murales inmersivos y superficies que invitan al juego. Así sucedió en Tomorrow Land (Miami Design District), donde sus totems y esculturas blandas transformaron el espacio en un paisaje lúdico y compartido. O en Proba Pools, piscinas intervenidas con gráficos que convierten un gesto tan íntimo como nadar en una experiencia artística.


Sus colaboraciones con Louis Vuitton, HOKA o Vogue Milan confirman lo mismo: el arte de Alex Proba no busca permanecer en un museo o una galería, sino habitar la vida real. Sus diseños son portales hacia un estado de ánimo vibrante, optimista, inesperado y lúdico.
Porque en cada obra de Studio Proba se reconoce una invitación a detenerse, mirar, dejar que lo cotidiano se desdoble en formas nuevas.
