
Kira Alvarez
En el corazón del Centro Histórico, el Palacio de Cultura Banamex – Palacio de Iturbide alberga “Fijar el tiempo”, la nueva exposición de Graciela Iturbide, la fotógrafa mexicana más influyente de su generación y reciente ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025. La muestra, que permanecerá abierta hasta el 8 de febrero de 2026, reúne 69 fotografías seleccionadas por la propia autora, en un montaje que dialoga con la arquitectura barroca del recinto.

La exposición marca su primera gran presentación en México tras recibir el galardón español. Durante la conferencia con medios, Iturbide compartió cómo vivió ese día: “Fue un día un poco agridulce… el día que murió Salgado fue el mismo día que me dieron el premio”, recordó, subrayando la carga emocional del reconocimiento.

La fotógrafa también habló sobre la importancia de que más artistas latinoamericanos reciban atención internacional: “Ojalá haya más reconocimiento a fotógrafos o artistas latinoamericanos y mexicanos. A veces nos dan premios, pero también nos ponen etiquetas que no van con nosotros.”

Una parte significativa de su reflexión estuvo dedicada a esas etiquetas. Rechazó de manera frontal las categorías con las que con frecuencia se inscribe su obra: “Muchas veces me dicen surrealista; yo no soy surrealista. Todos los europeos nos tachan de surrealistas o de realismo mágico… Son etiquetas que de repente nos ponen a los latinoamericanos.”

La muestra propone un recorrido por varios de sus territorios visuales: los rituales de Juchitán, los desiertos del norte, la iconografía Seri, los baños de Frida Kahlo, los pájaros que aparecen como obsesión luminosa en su obra. La curaduría traza un arco de más de cinco décadas donde la intuición y el azar se vuelven método.

Durante la rueda de prensa, Iturbide habló con claridad de su relación ritual con la cámara: “Fotografiar es mi ritual, es mi vida. Lo único que quiero es fotografiar.”

Fiel a la fotografía análoga, explicó que para ella existen “dos momentos decisivos”: el instante de disparar y el momento en el cuarto oscuro. “Hay dos momentos decisivos: cuando aprieto el botón y cuando revelo, porque hago fotografía análoga. Ahí me doy cuenta de qué sirve y qué no”, dijo, subrayando que la intuición y la sorpresa siguen guiando su trabajo mucho más que cualquier planificación previa.
La autora, de 83 años, se mantiene fiel a la fotografía como testimonio y como gesto afectivo. Cada negativo que conserva, dijo, es producto de un aprendizaje continuo: “Estoy consecuentemente revisando mi archivo… voy salvando o quitando lo que no vale la pena.” También retomó una de sus ideas más célebres, hoy convertida en eje de la exposición: “Lo único que mata a la muerte es la fotografía. Se muere la gente y su fotografía queda.”

La muestra no es solo un recorrido por la estética de Iturbide; es también una conversación con México. Con los pueblos indígenas a los que ha fotografiado desde los años setenta, con los símbolos que ha seguido a lo largo del tiempo, con las geografías que han permitido que su cámara oscile entre lo documental, lo poético y lo íntimo.

En un contexto de saturación visual, Iturbide defendió la democratización de la fotografía sin nostalgia: “Todo es válido: una camarita de cartón, una cámara digital o un teléfono. Depende del ojo. Todo el mundo toma fotos y qué maravilla.”
“Fijar el tiempo” es, finalmente, un acto de retorno. Una artista que ha sido celebrada en museos del mundo vuelve al centro de la ciudad donde empezó a mirar. En sus imágenes —pájaros suspendidos, mujeres que desafían la historia, desiertos que respiran— el tiempo no pasa: se queda.
La exposición puede visitarse con entrada libre, del lunes al domingo, de 10:00 a 19:00 hrs., con visitas guiadas gratuitas.