Imagen general de la muestra Esplendor cósmico: joyas de las colecciones de Van Cleef & Arpels.

Javier Fernández de Angulo

A comienzos del siglo XX, las piezas de Van Cleef & Arpels invitaban a soñar con el romanticismo parisino. Sin embargo, a partir de la década de 1950 sus relojes y joyas comenzaron a dialogar sin complejos con el espacio exterior, emulando el movimiento de los meteoros gracias a la introducción de hilos de oro asimétricos que liberaban destellos de luz y dinamismo. Desde entonces, Van Cleef & Arpels ya nunca dejó de mirar hacia el cosmos en busca de inspiración —el Zodiaco es otra de las obsesiones recurrentes de la marca desde los años setenta—, y así lo demuestra en Esplendor cósmico: joyas de las colecciones de Van Cleef & Arpels, exposición que podrá verse en la Galería Meister del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York hasta el próximo 4 de enero.

Reloj Midnight Planétarium (1951), de Van Cleef & Arpels

La muestra neoyorquina representa un eslabón más en “la poesía del tiempo”, leitmotiv presente en los valores de la maison desde su fundación en 1906. Hoy, Alexandrine Maviel-Sonet, directora de patrimonio y exposiciones de la marca, es la encargada de archivar, proteger y divulgar ese legado. “La poesía es parte de nuestro patrimonio, pero también el romanticismo”, reflexiona Maviel-Sonet. “Contamos con un gran patrimonio y una larga historia. En 1970, la familia entendió que había un gran legado que conservar y empezaron a recuperar grandes piezas. Tenemos joyas de 1906, una gran labor llevada a cabo por Jacques Arpels. Disponemos de un siglo de trabajos de joyería, por eso estamos muy orgullosos de compartir esta exhibición, así como de organizar exposiciones con diferentes etapas de nuestra historia y variadas temáticas”, continúa la directora de patrimonio desde la Place Vendôme, el mismo lugar donde hace 119 años nació una marca profundamente asociada a París. Así lo demostró en la última edición de Watches & Wonders, en Ginebra, donde Van Cleef & Arpels se presentó ante el mundo con un espacio cargado de romanticismo parisino en el que un reloj brilló por encima del resto: el Pont des Amoroux, ganador en 2010 del Gran Premio de la Relojería de Ginebra.

Reloj Lady Arpels Heures Filantes (2015), de Van Cleef & Arpels

En el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, las joyas y relojes del archivo de la casa parisina están organizados en cajas según el tipo de objeto astronómico que representan, desde el Sistema Solar, hasta el espacio exterior. “Durante milenios, la gente se ha dejado llevar por la grandeza del espacio para explorar el funcionamiento de nuestro universo y crear cautivadoras obras de arte”, señalaba el propio museo en la presentación de una muestra en la que la contemporaneidad y la modernidad conviven con la tradición y el pasado. “En nuestros archivos guardamos todos los dibujos, los diseños y los bocetos desde el nacimiento de la joyería en la Place Vendôme. Nunca nos hemos movido de aquí, y eso ayuda a conservar el patrimonio”, explica a su vez Maviel-Sonet, quien no cierra la puerta a nuevas adquisiciones que sumar a las más de 3,000 piezas ya recuperadas, entre ellas carboncillos, ingeniosos diseños para cierres, facturas de principios del siglo pasado, dibujos de mecanismos y la pulsera Jarrètiere, una pieza de gran tamaño con diamantes redondos y rubíes que perteneció a la actriz Marlene Dietrich y que la casa recuperó en 2023. La pieza, orgullo del archivo de Van Cleef & Arpels, es también un compendio de la manera de entender el diseño y los procesos creativos en la maison parisina, siempre con la artesanía, el tiempo y la dedicación como principales pilares. “No es fácil hacer creaciones atemporales. Probablemente tiene que ver con la elegancia y la sensibilidad, que van más allá del tiempo”, apunta Maviel-Sonet.

Broche Spiral (1942), de la colección de Van Cleef & Arpels.

Además de esa estrecha relación con la ciencia y la astronomía, a lo largo de su historia Van Cleef & Arpels también ha recibido influencias de los movimientos artísticos y vanguardias que atravesaron el siglo pasado. El impacto en sus diseños del surrealismo y el modernismo, por poner solo dos ejemplos, es evidente —“la unión entre arte y joyería y el arte está en nuestro ADN, todas las piezas y realizaciones tienen una mirada artística”, matiza Maviel-Sonet—, pero aún más la figura de Renée Puissant, quien a partir de 1926 forjó para la marca un estilo audaz y creativo que, tras dos décadas dejaría una huella imborrable en Van Cleef & Arpels. Su espíritu innovador aparece reflejado en creaciones como La Minaudière, el collar Zip, o las joyas Passe-Partout y Serti Mystèrieux, todas ellas parte indeleble de la historia de una casa que no deja de mirar hacia su pasado para enfrentar el futuro. “Hay muchas referencias al pasado. Para la elaboración de nuevas creaciones miran los archivos, la historia… Todo eso ayuda a crear cosas nuevas. Se trata de alcanzar el equilibrio entre tradición e innovación, pero con el deseo de ser pioneros y de estar a la vanguardia”, dice Maviel-Sonet.

La exposición del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York incluye más de 60 piezas relacionadas con el universo, la astronomía y el espacio exterior.

Con el patrimonio y el legado como inspiración, Esplendor cósmico demuestra que la creación joyera tiene todo el derecho a disponer de su lugar en museos y salas expositivas, ya sea en Londres, París, Nueva York o cualquier otra ciudad del mundo, una tarea que puede presentar muchos retos. “Hay que tener cuidado a la hora de presentar un concepto bien curado. Es necesario buscar en muchas colecciones y ofrecer una idea clara”, relata Maviel-Sonet, quien no descarta la posibilidad de que una exposición de Van Cleef & Arpels visite México en el futuro. Por el momento se muestra feliz con que el mundo de las artes decorativas esté dando su lugar a la joyería, permitiendo que esta regrese a los museos. “Trabajamos para la divulgación. Con las colecciones podemos explicar periodos de la historia, estilos. Es apasionante poder transmitir y compartir nuestros conocimientos, pero también las emociones, porque las creaciones siempre son emocionantes”, concluye.

Colgante Virgo (1972), de Van Cleef & Arpels.
Broche Asterisk (1966), de Van Cleef & Arpels.

Fotografías: cortesía de Van Cleef & Arpels.


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