
Redacción T Magazine México
Dolce & Gabbana presenta su nueva campaña con un lenguaje fotográfico que rehúye del cliché romántico y se instala en la crudeza de la ciudad. La dirección creativa de Baron & Baron y el ojo de Steven Meisel sitúan a Vittoria Ceretti y Mona Tougaard en atmósferas de club donde los destellos y las sombras rozan lo teatral. No existe ahí, nostalgia, sino una intensidad visual, cuerpos iluminados por reflejos que parecen devorar el espacio.
En paralelo, Kit Butler encarna la narrativa masculina con un rango que va de la depuración elegante a la opulencia casi insolente. Su presencia subraya un atractivo que se mueve entre el desenfado y la intriga, con estilismos que parecen diseñados para provocar y no únicamente vestir.




La campaña recorre un ciclo visual que inicia en el pulso diurno de la urbe y culmina en la exaltación nocturna, como si el tiempo mismo fuera el verdadero tejido de la colección. Meisel captura esa transición con la precisión de un entomólogo. Cada encuadre es un documento de intensidad, cada sombra una declaración estilosa. .
Más que reafirmar un imaginario, la casa italiana exhibe su capacidad de mutar dentro de la saturación contemporánea. El lujo aquí no está en la obviedad del ornamento, sino en la manera en que la moda se adueña del instante y lo comprime.