Cortesía Pantone.

Carolina Chávez Rodríguez

Pantone inaugura 2026 con un gesto inesperado: por primera vez en su historia, su Color del Año no es un tono vibrante ni una declaración cromática contundente, sino un blanco. “Cloud Dancer” —código 11-4201— llegó con la promesa de funcionar como un respiro visual después del desgaste colectivo de los últimos años. Pero el anuncio encendió un debate que va más allá de la estética y que revela cómo, incluso en la paleta global, la cultura discute sus propias urgencias.

La elección dividió a la industria de inmediato. Para una parte de la comunidad del diseño, el blanco no es un color en sentido estricto, sino un punto neutro, una superficie previa a cualquier intención. Frente a los tonos que suelen marcar la energía de un año, “Cloud Dancer” fue tachado de “aburrido”, “desangelado” o “anticlímax”. La crítica más recurrente apunta a la misma idea: Pantone ha optado por un “no-color” en un momento que pedía dirección más que neutralidad.

Foto: Unsplash Images.
Foto: Unsplash Images.

Del otro lado está la lectura conceptual. Pantone justificó su elección apelando al agotamiento global y al caos cultural que, según sus analistas, domina el clima social. El blanco aparece entonces como símbolo de claridad, pausa y reinicio, un lienzo para recalibrar antes de avanzar. Para algunos, esa metáfora funciona. Para otros, suena distópica: ¿es una invitación a la calma o un síntoma de renuncia?

El desacuerdo se intensificó por contraste. Agencias como WGSN y Coloro habían anticipado tonos saturados —entre ellos “Transformative Teal”, un verde azulado profundo— que apuntaban hacia una narrativa de transformación enérgica. Frente a ese paisaje, “Cloud Dancer” parece una provocación o una retirada.

El debate también arrastra tensiones externas. En años recientes, Pantone había enfrentado críticas por convertir sus librerías digitales en un servicio de pago dentro del ecosistema Adobe, decisión que irritó a diseñadores y generó sospechas sobre la orientación comercial de la marca. En ese contexto, la elección de un blanco minimalista amplificó la conversación sobre qué representa realmente el Color del Año y para quién está pensado. En 2026, la discusión ya no es únicamente cromática. La elección de Pantone funciona como espejo cultural: el blanco como gesto introspectivo en tiempos saturados, o como vacío en un momento que reclama imaginación.

Lo que está en juego no es solo la estética, sino la pregunta de fondo: ¿qué esperamos que nos diga el color cuando necesitamos nuevas narrativas?


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