
Redacción T Magazine México
Hay creadoras que entienden el diseño como un territorio silencioso donde la observación afina los sentidos. Cristina Celestino pertenece a ese linaje, su trabajo para Acqua di Parma parte de una idea sencilla y afilada al mismo tiempo. Traducir la herencia de los Alpes italianos en una pieza contemporánea sin caer en la nostalgia. La colección Antelao rescata la artesanía de las antiguas stube alpinas y la traslada al brillo inesperado de la porcelana esmaltada, un material que en manos de Celestino adquiere un carácter lúdico y mesurado. Todo está registrado en la conversación que acompaña el lanzamiento, donde la diseñadora revela que este proyecto nace de un recuerdo íntimo que vuelve, un eco de su infancia entre las llanuras y picos dolomíticos.
La naturaleza no aparece como postal, sino como un sistema de señales. Los tonos de lagos glaciales, el verde compacto del musgo y el azul que filtra la altura se filtran en la paleta final. Celestino no trabaja a partir del capricho del color, sino de un orden emocional que se depura con el tiempo. De ahí que cada textura retenga la huella de técnicas antiguas como el tallado en madera, reimaginadas ahora sobre superficies lisas que producen un pequeño desconcierto perceptivo. El objeto se reconoce y se extraña al mismo tiempo.
El reto más profundo fue contener la exuberancia material sin perder densidad sensorial. La diseñadora buscó un equilibrio donde la porcelana martillada, las superficies esmaltadas y las bases de madera convivieran sin ruido. Un conjunto que privilegia la experiencia táctil, la cercanía, la atención a lo mínimo. La colaboración con Acqua di Parma también implicó un tránsito hacia la cerámica que abrió nuevas rutas creativas y un lenguaje compartido que se fue afinando entre pruebas de prototipos, viajes y discusiones que revelan la importancia del proceso colectivo para Celestino.


Su visión de la marca italiana es precisa. Una elegancia que evita el exceso y apuesta por la claridad de ideas; una autenticidad que no se aferra al pasado, sino que lo depura. Quizá por eso esta colección funciona como un pequeño tratado sobre el eclecticismo. Nada intenta mezclarse por provocación. Las referencias conviven como capas que se sedimentan, un sistema donde arquitectura, naturaleza y cultura visual encuentran puntos de cruce sin estridencia.
Celestino recuerda que su origen está en la arquitectura, pero su vocación real se desplegó cuando comenzó a coleccionar piezas de diseño y a trabajar directamente con artesanos. Su formación se convirtió en método y su intuición en oficio. El diseño, para ella, es un ejercicio de mirada.