
Redacción T Magazine México
El mar no es un decorado para Omega, sino un punto de origen. Por eso la presentación de la cuarta generación de Planet Ocean en Miami parecía inevitable. La firma eligió el Faena Forum, un edificio cilíndrico con ventanas angulares que amplifica la luz como si replicara los pliegues de una ola. Un espacio donde la geometría dialoga con la idea de inmersión. Allí, bajo reflejos azules y naranjas que evocaban la paleta histórica de la colección, empezó la noche.
Glen Powell, nuevo embajador de la casa, apareció como invitado de honor. No se trataba de protagonizar una campaña, sino de encarnar la lectura contemporánea de un reloj que ha sobrevivido dos décadas sin perder espíritu. La presencia del deportista Mondo Duplantis y otras figuras cercanas a la marca completó el retrato de una velada que insistió en una idea puntual, un reloj puede ser objeto, pero también archivo.

La exposición central reunió los nuevos modelos Planet Ocean, siete versiones que retoman el color naranja como señal de identidad. La actualización no busca nostalgia. Es una relectura que asume el pasado de la colección con la misma claridad con la que exige modernidad. Raynald Aeschlimann, CEO de Omega, lo dijo sin rodeos, no existen límites cuando la exploración se convierte en lenguaje de diseño. El comentario parece simple, pero define la estrategia, no mirar hacia atrás como homenaje, sino como ajuste fino de una herramienta que debe seguir siendo pertinente.
Powell, más asociado al cine que a la relojería, ofreció una lectura distinta. Para él, la fuerza del Planet Ocean reside en esa mezcla entre funcionalidad marina y estética contenida. Lo comentó con naturalidad, consciente de que la colección pertenece tanto al buceo profesional como al imaginario cultural de quienes la han convertido en símbolo.
La elección de Miami no fue azar. Una ciudad hecha de líneas verticales, espejos de agua y un horizonte que, desde cualquier punto, parece una promesa. Allí, la historia del Seamaster encontró un reflejo contemporáneo y un recordatorio de que los relojes que resisten décadas no necesitan estridencias, solo continuidad.
La nueva generación de Planet Ocean ya está disponible globalmente. Lo relevante no es la disponibilidad, sino lo que su presentación insinuó. El mar, la arquitectura y la luz definen un territorio donde el tiempo no es una medida, sino un movimiento.
