
Redacción T Magazine México
Entre hilos, símbolos y lenguas distintas, El Camino de los Altos se ha convertido en una de las colaboraciones más significativas del textil contemporáneo en México. Su historia comenzó en Francia en 1996, cuando un grupo de amigas y profesionales del diseño fundó una asociación sin fines de lucro llamada El Camino. Años después, ese espíritu de amistad y curiosidad por el arte del tejido se transformó en una alianza con las comunidades tzotziles y tzeltales de los Altos de Chiapas.
En 2009 nació El Camino de los Altos A.C. (ECLA) en San Cristóbal de las Casas. Desde entonces, 130 mujeres artesanas de Chamula, San Andrés Larráinzar, Pantelhó, Oxchuc y Zinacantán trabajan junto a diseñadoras francesas en un diálogo constante entre la tradición y la experimentación. Cada una aporta su conocimiento, su ritmo, su visión. Lo que comenzó como un intercambio técnico se convirtió en un proyecto de vida compartido, una forma de entender el tejido como lenguaje común.
Los textiles creados por ECLA combinan la iconografía ancestral de los pueblos mayas con una mirada contemporánea hacia el color, la composición y el diseño. No buscan reinterpretar las raíces sino honrarlas, darles un nuevo espacio en el mundo actual. En cada pieza hay una conversación entre tiempos, culturas y sensibilidades.




El trabajo colectivo ha permitido también fortalecer el desarrollo personal y social de las mujeres que integran el proyecto. Además de la producción textil, la asociación impulsa programas de alfabetización en tzotzil, talleres de salud y capacitación, así como espacios de formación para la preservación de técnicas tradicionales y la exploración de nuevos métodos de teñido, bordado y serigrafía.
Más que una iniciativa artesanal, El Camino de los Altos es una comunidad que teje redes de apoyo y creatividad. En cada prenda se condensan la paciencia del telar, la sabiduría transmitida por generaciones y la convicción de que el arte puede transformar lo cotidiano.