Foto: cortesía de la marca.

Redacción T Magazine México

Entre el blanco y el negro hay un lugar donde todo se disuelve, donde las formas pierden rigidez y la identidad se vuelve movimiento. En ese territorio nació Graedance, la marca australiana de joyería demi-fina fundada por el diseñador Rong Jake (Rong Chen). Su propuesta parte de una convicción, que la joya, como el cuerpo, está destinada a transformarse.

Cada pieza de Graedance se adapta al cambio —del ánimo, del cuerpo, del tiempo— y se concibe como un talismán emocional. Hechas a mano mediante una mezcla de técnicas tradicionales y contemporáneas, sus creaciones rechazan la idea de lo fijo. No buscan la perfección ni la neutralidad: exploran el gris como una forma de libertad.

Grey is not neutrality; it’s the space where transformation happens”, dice la firma en su manifiesto. En esa frase se condensa su filosofía. El gris no como ausencia, sino como posibilidad. Lo no definido, lo mutable, lo que habita entre culturas, géneros y estados del ser.

Una estética que rehúye los extremos. Foto: cortesía de la marca.

El nombre Graedance proviene del color gris y de la palabra dance. En su unión hay un movimiento constante, una oscilación entre opuestos que define su identidad. Las piezas —anillos, brazaletes, pendientes— se diseñan para deslizarse, rotar o ajustarse, desafiando la idea de una forma única.

Su estética es austera y ritual, pero profundamente sensorial. Los materiales —plata, oro reciclado, piedras translúcidas— parecen flotar en un territorio entre lo material y lo espiritual. Cada colección se mueve entre la mitología y lo contemporáneo, entre el gesto íntimo y el objeto escultórico.

En un mercado saturado de discursos sobre identidad, Graedance propone algo interesante, apostando por la indefinición obligatoria.

Foto: cortesía de la marca.
Foto: cortesía de la marca.

El creador detrás de la firma, Rong Jake, es un diseñador queer y persona racializada con raíces diaspóricas. Su trabajo está profundamente marcado por la sensación de estar “entre mundos”.
Antes de fundar Graedance, dirigió AMXANDER, una marca que deconstruía el lenguaje de los uniformes y exploraba los rituales de pertenencia. Su paso de la moda a la joyería fue, más que un cambio de disciplina, una búsqueda de intimidad: “La joya como sociología, como archivo, como extensión del yo.”

Nombrado al International Woolmark Prize y al National Designer Award, Rong ha desarrollado una visión que une utilidad y surrealismo. En sus palabras, “existir entre culturas e identidades me dio un ritmo no fijo; mi trabajo intenta traducirlo en algo que pueda tocarse, algo que pueda llevarse encima”.

Cada pieza de Graedance funciona como una meditación sobre la dualidad. 

Nunca solo blanco.
Nunca solo negro.
Nunca solo gris.

Foto: cortesía de la marca.

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