Ya son tres locaciones en la Ciudad de México y sigue creciendo. Crédito: cortesia de Koti.

Redacción T Magazine México

Nacido en México pero radicado en Canadá, Carlos Plaschinski se acostumbró en aquel país a una vida de salud y bienestar que no era fácil mantener cuando regresaba de visita a la Ciudad de México. “Estuve afuera 20 años, y al regresar me di cuenta que había una brecha entre los mundos sociales de fiesta y las prácticas de bienestar”, cuenta. “Yo ya no quería salir por chelas cada viernes, sábado, domingo. Entonces, eso nos ayudó a crear algo diferente”.

Junto a su esposa Equity Farinha, a quien conocía de la infancia pero con quien se reencontró dentro de este nuevo estilo de vida wellness, coincidieron en que a México le hacía falta más opciones. “Identificamos la necesidad de un oasis de bienestar en México. Desde el 2018, la terapia de contraste se convirtió en una parte fundamental de mi rutina y también la de Equity. Nos aumentó mucho la calidad de vida”.

También conocidos como baños de contraste, este tipo de terapias surgen de una técnica que alterna el calor y el frío con inmersión en agua de diferentes temperaturas. Lo que busca es aprovechar los efectos fisiológicos del calor y el frío para reducir la inflamación, el dolor y mejorar la circulación.

Así fue como surgió Koti, un espacio de retiro con sesiones privadas, o grupales, de terapia de contraste, enfocado al rejuvenecimiento de cuerpo, mente y alma. “La terapia de contraste abre mucho en términos de energía y de conversación. Es muy buena si quieres tiempo para ti solo, súper tranquilo, o si quieres ir a meditar o a desconectarte”.

Primero abrieron un lugar pequeño en la colonia Roma, y ante la demanda se animaron a abrir otro espacio más amplio y más social en la colonia Condesa. Al día de hoy ya son tres locaciones, sumando otra sucursal en Lomas de Chapultepec, y los tres espacios son muy diferentes entre sí. “La primera locación en la Roma son puros cuartos privados. Fue el primero y es la semilla de todo. Así lo quisimos, como un proyecto muy chico e íntimo. Pero de ahí vino la retroalimentación de los que querían un espacio más de comunidad, o sea, en grupo”, explica Plaschinski.

Fue así que abrieron la Casa Koti en la Condesa, una antigua casona catalogada, en el número 73 de la calle de Veracruz, con terrazas arriba y un gran patio en la entrada. “Somos los primeros que usamos este espacio para uso comercial. Estás entre los árboles de la Condesa y siempre le pega el sol. O sea, es un espacio súper tranquilo que es un poco difícil encontrar en la Ciudad de México. Y los viernes hacemos eventos de sonido. Entonces, ahí son sound baths en vivo, ambientes, experiencias visuales, con ceremonia de té o sin ceremonia de té, de Tibet, de Colombia…”

Koti tiene distintos tipos de membresías y paquetes de diferentes costos. Crédito: cortesía de Koti.

Casa Koti también organiza eventos privados, como running clubs para empresas que buscan crear team building. “Tenemos un sauna impresionantemente bello para 3 a 20 personas, dependiendo si es una sesión free flow. Así le llamamos a la sesión que es abierta a gente que no se conoce, pero ahí ves con quién te encuentras y con quién platicas. Tenemos free flow social y quiet free flow, que es en silencio. Estás en comunidad pero todos entienden que van a un espacio en silencio, para meditar, estirar o hasta echarse una siesta en el sauna”.

Otro elemento que distingue a Koti de un spa tradicional es el diseño de las locaciones, algo que las vuelve aún más invitadoras. “Estudié arquitectura dos años y luego me di cuenta de que no quería ser arquitecto, que nada más aprecio la arquitectura”, comparte Carlos. “Entonces, esa es gran parte de la pasión que tengo para Koti, diseñar estos espacios. La mayor parte la diseño yo, pero trabajo con un equipo de arquitectos y de constructores. Cada espacio tiene su sabor del barrio donde está”.

Lo que sorprende del éxito de este emprendimiento quizá no sea la súbita demanda por más espacios del estilo, sino el inesperado cambio de mentalidad entre miembros de la sociedad mexicana que se han mostrado abiertos y dispuestos a socializar en espacios y actividades que, culturalmente, eran considerados más bien intimos. “Una locación es más privada y dos son más sociales, grupales. Queremos ofrecer las dos opciones en cada locación de ahora en adelante. Cuando apenas abrimos era como el 80% de gente de otras partes del mundo y 20% de gente local. Pero lo que está súper bonito es que cada mes ha ido subiendo el porcentaje de la comunidad mexicana. Ahorita, yo creo que ya estamos como en 50-50, y eso está súper padre”.


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