Crédito: cortesía de la marca.

Redacción T Magazine México

Hace apenas un año y medio, Roze Huismus buscaba una lámpara alegre para su ventana. Nada parecía convencerla: demasiado costosas, demasiado impersonales. Hasta que decidió fabricarla ella misma. El resultado no fue perfecto, pero tenía carácter. Fue el inicio de una práctica artesanal que, sin proponérselo, se convirtió en un proyecto de vida.

Pronto familiares y amigos empezaron a pedirle encargos. Más tarde llegaron las publicaciones en Instagram —@derozehuismus— y, con ellas, un inesperado éxito: las lámparas se vendían en cuestión de horas. Cada pieza es única, hecha a mano y con materiales recuperados que prolongan su vida útil. Viejos aros de pantallas rotas o floreros de segunda mano se transforman en bases con historia. Lo suyo es un ejercicio de upcycling con resultados poéticos.

Crédito: cortesía de la marca.

Su trayectoria sorprende aún más cuando se recuerda que, antes de dedicarse a la creación, trabajaba como sobrecargo en KLM. Viajó por todo el mundo, y México fue uno de sus destinos favoritos. Reconoce que, de haber comenzado entonces con las lámparas, habría llenado sus maletas con textiles, cerámicas y colores de las calles mexicanas para convertirlos en diseños. La memoria de esos viajes hoy resuena en las combinaciones de bases y pantallas que ensambla, entre tonos cálidos, texturas inesperadas y composiciones que invitan a la conversación.

Crédito: cortesía de la marca.
Crédito: cortesía de la marca.

Una lámpara, en apariencia un objeto cotidiano, en sus manos se convierte en atmósfera. Cada una busca un balance entre lo lúdico y lo sereno, entre la calidez de la luz y la energía de lo hecho a mano. Huismus lo describe como un proceso relajante y a la vez juguetón, que se completa cuando alguien lleva la pieza a casa y se apropia de esa chispa creativa.

Hoy combina este oficio con un empleo regular, lo que limita la producción, pero no sus planes. Sueña con crecer paso a paso, enviar piezas a todo el mundo y mantener intacto aquello que distingue su proyecto: la cercanía, la sostenibilidad y la capacidad de transformar lo cotidiano en extraordinario. Lo que empezó con un simple alféizar se ha convertido en un viaje distinto, con destino en la creatividad, la memoria y la luz.


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