“Esta foto fue tomada en la década de 1980 en mi antiguo estudio en la Via Borgonuovo [en Milán]. Me costó trabajo aprender a hacer un dibujo de moda, practicando con bocetos de Yves Saint Laurent, pues pensaba que eran los más vivos y llenos de movimiento, bastante atípicos. El dibujo sigue siendo parte de mi proceso. Crédito: cortesía de la marca.



Por Laura May Todd

Uno de los nombres más reconocidos en la moda, Giorgio Armani nació en 1934 en Piacenza, a unos 70 kilómetros de Milán, en la orilla del río Po. Según recuerda: “Cuando era niño, y luego de adolescente, no estaba muy al tanto de la moda, simplemente porque el fenómeno de la moda italiana aún no existía”. En cambio, Armani entró a la Universidad de Milán en 1953 para estudiar Medicina. Después de tres años la dejó para alistarse en el ejército, y más tarde fue contratado como decorador de escaparates en la tienda departamental Rinascente de Milán. “Uno de mis primeros pasos en el mundo de la moda fue trabajar junto a Nino Cerruti, un tejedor que también tenía su propia marca de ropa”, comenta Armani. Allí aprendió los entresijos de la creación textil. En los años siguientes, trabajó en casas como Valentino o Zegna, para luego fundar su marca homónima en Milán en 1975 junto con Sergio Galeotti, su pareja en los negocios y en la vida, quien falleció 10 años después. La primera prenda de Armani bajo su nombre fue una chamarra de hombre deconstruida, en la que evitó usar el forro rígido y el acolchado superfluo de la época. “Fue diseñada para mí y para hombres como yo que ya no nos reconocíamos en la rigidez formal de la generación anterior”, comenta sobre sus blazers sueltos y trajes ligeros. De la noche a la mañana, el típico traje Armani sencillo y elegantemente arrugado se convirtió en el uniforme por excelencia de los hombres y mujeres más cosmopolitas de los 80, y el diseñador rápidamente alcanzó la fama mundial. En 1981, abrió su primera tienda insignia en Milán, además de otras en Asia y América del Norte; más adelante lanzó otras líneas (Armani Exchange en 1991 y Armani Casa en 2000), sus hoteles (en Dubai y Milán) y más de 20 restaurantes. Ahora que se acerca a los 90 años, Armani se ha convertido en sinónimo del estilo milanés. Pero a pesar del alcance de su imperio, insiste en que nunca fue planeado. “Me gusta aprovechar las oportunidades donde sea que se presenten”, dice. “Y ese impulso fue lo que me llevó a donde estoy hoy”.


“Este es un boceto de la colección de otoño de 1980. Lo elegí por el azul: un color profundo y vibrante que me parece relajante. He usado ese azul durante tanto tiempo que no puedo recordar cuándo empecé. Lo elegí porque va bien con mi personalidad, pragmática y reservada, y porque ayuda a mis colaboradores a poner su atención en mis acciones y mis palabras, no en lo que llevo puesto”. Crédito: cortesía de la marca.



“Siempre he sido amante del cine, especialmente cuando era joven, pues era mi única forma de escapar. Había oído mucho sobre [Akira] Kurosawa como director, pero mi primer encuentro con su trabajo fue Kagemusha [la película de 1980 en la que Armani se inspiró para su colección de otoño de 1981, y que se muestra en estas páginas]. Aunque mis escenas favoritas son las de batalla, me impactó la rigurosidad poética de su estilo y su sentido estético suave y preciso, que inmediatamente sentí como algo propio”. Crédito: cortesía de la marca.


“Hay un antes y un después en mi vida gracias a American Gigolo (1980). El proyecto comenzó cuando, para mi gran sorpresa, [el director de la película] Paul Schrader llegó a Milán en julio de 1979 con John Travolta, quien inicialmente iba a interpretar [a] Julian Kay, y les enseñé bocetos de la colección de primavera en la que estaba trabajando. [Schrader] me dijo que era exactamente lo que tenía en mente. Richard Gere [quien finalmente interpretó el papel de Julian] dio vida a la ropa con su característica forma de caminar. El saco resaltaba sus músculos y los pantalones le acariciaban las piernas: fue una total revelación”. Crédito: cortesía de la marca.


“Esta foto [de Armani, a la derecha, con su hermano Sergio y su madre Maria] la tomó mi padre [Ugo] en la década de 1940 a orillas del río Po, justo a las afueras de Piacenza, Italia, donde crecí. Mi mundo era pequeño porque giraba en torno a nuestra casa, pero al mismo tiempo, se sentía ilimitado, porque aún tenía tanto por descubrir. Mi madre era el eje de la familia: enérgica, activa, valiente y capaz de ver cada día con una mirada fresca. Ella me enseñó el concepto de ‘menos, pero mejor’”. Crédito: cortesía de la marca.


“Las sonrisas en esta foto [de Armani cerca de su casa en Pantelleria, con familiares y amigos, incluyendo al músico Eric Clapton, a la derecha] me llenan de alegría. Fui a Pantelleria por primera vez a principios de la década de 1980 para visitar a un amigo. Al principio me pareció una isla desierta sin nada que ofrecer. Pero estando en Cala Gadir [un pueblo en la isla] me enamoré: había tres dammusi, las casas tradicionales de la región construidas con piedra volcánica y unidas por una mezcla de tierra y agua. Las compré todas. Con el tiempo, ese pequeño núcleo se ha convertido en mi patrimonio, mi isla dentro de una isla”. Crédito: cortesía de la marca.


“Esta me la tomaron en 2019, acompañado por algunas mujeres del distrito de Nishijin [en Kyoto], famoso por sus artesanías de seda. El arte del kimono es fascinante: hay tanta maestría en esos diseños. Tengo un par. Lo que me interesa cuando viajo es conectar con la cultura local, y Kyoto es perfecta para eso porque representa la versión más tradicional de Japón”.  Crédito: cortesía de la marca.


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