
Redacción T Magazine
Entre corporativos y árboles, Park Plaza opera como pequeño distrito gastronómico. La escala es cómoda y la oferta, variada: de cocina abierta italiana a fusión asiática, de clásicos mediterráneos a mesas que honran el maíz, con cafés que rematan el recorrido.
En la vereda italiana, Cantinetta del Becco apuesta por la proximidad: cocina a la vista, pasta fresca y embutidos recién cortados bajo la batuta de Piero Antonio Falorio. Frente al bosque, Central Central mira al Mediterráneo con charcutería, mariscos y una paella de fin de semana que convoca sobremesas largas.


El bloque asiático suma dos paradas complementarias: Jin San, del chef Abelardo Martínez, cruza técnicas de Japón, Corea y China sin perder pulso en los básicos; Tori Tori, fundado por el Dr. Katsumi Kumoto Kawasaki, reafirma su lugar como referencia capitalina de cocina japonesa.
La cocina mexicana aparece en dos registros. K-ntina trabaja antojos de temporada y una terraza que pide tarde soleada; Cascabel, de Lula Martín del Campo, ordena una carta contemporánea que mira al origen —del maíz a los chiles— con gesto limpio.
Para el final (o el entreacto): Debbie & Peponne y sus muffins de elote; Paper Cup, mitad cafetería mitad boutique floral, de estética rosa y repostería precisa; Scoop, helado self-service para personalizar a capricho; y el infalible Starbucks como punto de encuentro.
Park Plaza no pretende ser un “todo en uno”, pero sí un mapa corto y eficaz: varias cocinas, pocos metros y tiempos distintos del día resueltos sin cambiar de acera.