
Redacción T Magazine México
En Polanco, donde el diseño suele dialogar con la calle, la nueva flagship de Panerai se presenta con una idea precisa: hacer del espacio un instrumento. Suelos y columnas de mármol italiano, luz controlada y vitrinas que priorizan la lectura técnica de cada pieza; un interiorismo que cita el origen náutico de la marca sin caer en el decorado. La escala —160 metros cuadrados— permite mostrar todas las gamas y ediciones limitadas, además de un universo de correas y accesorios pensado para el coleccionismo.


La apertura, encabezada por Sergio Berger y Jorge Puentes, apunta a dos frentes: presencia (es la quinta boutique en México) y servicio. Hay área VIP para entregas y consultas especializadas, y un bar que anticipa encuentros con comunidad —masterclasses, cenas, demostraciones—, entendiendo que la relojería también se aprende en conversación. Como guiño local, se anunció una edición especial dedicada a México.

Fundada en Florencia en 1860, Panerai consolidó su identidad fabricando instrumentos de precisión para la Armada italiana. Ese legado se traduce hoy en la evolución de sus cajas y calibres: relojes pensados para uso real que, en el contexto de Masaryk, encuentran una vitrina acorde con su historia y sus ambiciones técnicas. La boutique funciona así como pieza editorial, una puesta en escena sobria para mirar de cerca cómo se diseña —y se mide— el tiempo.