Crédito: cortesía de la artista.

Redacción T Magazine México

El trabajo de Shira Barzilay, alias Koketit, no se define por objetos terminados sino por un movimiento continuo. Su práctica parte de la línea, ese gesto simple y frágil que puede contener la ternura y la fuerza, la duda y la certeza. En su trazo late una obsesión por lo elemental, con la convicción de que volver a lo instintivo —como dibujar con la libertad de un niño— es un acto de resistencia frente a lo rígido y lo prefabricado.

Crédito: cortesía de la artista.

De ahí que Koketit insista en que el mundo es su lienzo. La frase no tiene aspiraciones de conquista, sino de apertura. Una pared, una prenda, un mosaico, una pantalla. Todo puede convertirse en superficie, todo puede ser intervenido por una línea que no reconoce fronteras. Así se explican sus colaboraciones con marcas y arquitecturas alrededor del mundo, que más que vitrinas de prestigio son laboratorios de conversación.

Crédito: cortesía de la artista.

En los últimos años, sus proyectos en piscinas han capturado la atención internacional. El agua no solo refleja y deforma, también convierte su trazo en experiencia: una inmersión estética que trasciende la contemplación y se convierte en vivencia. Sus mujeres dibujadas flotan, se disuelven y reaparecen con las ondas de la superficie, como símbolos de estados interiores que oscilan entre la vulnerabilidad y la fuerza.

Crédito: cortesía de la artista.

Para Koketit, la inspiración proviene de la curiosidad y la filosofía, de lecturas, conversaciones y silencios. Sus figuras femeninas no son retratos, son metáforas de un estado de libertad, espejos que invitan a reconocerse. En ellas se percibe una ética: el arte como diálogo, no como ornamento.

Crédito: cortesía de la artista.

En esa misma búsqueda se inscribe su incursión en la inteligencia artificial. No la entiende como amenaza, sino como interlocutora. “Es un diálogo con la máquina”, ha dicho, que le devuelve variaciones inesperadas de sus propias ideas. Igual que la línea se transforma al convertirse en mosaico dentro de una alberca, también lo hace al atravesar un filtro digital.

Su carrera, más que un camino recto, se asemeja a una red de líneas que se cruzan y se contradicen. Lo único constante es su compromiso con el proceso, seguir explorando, dejar que el trazo guíe, aceptar lo inacabado como forma de libertad.


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