Foto cortesía Getty.

Carolina Chávez

Creo en mi corazón, el que yo exprimo para teñir el lienzo de la vida…

Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, A.K.A, Gabriela Mistral que pensábamos conocer se desliza ahora entre sombras de su propia biografía. Tras décadas de lecturas convencionales —la docente, la diplomática, la voz del Nobel— emergen manuscritos ocultos que alteran su retrato público. Entre estos documentos, un diario inédito destapa el conflicto entre su función oficial y la profundidad privada de su escritura.

Estos cuadernos, guardados durante años, fueron localizados en archivos chilenos y estadounidenses. Contienen apuntes, deseos y retazos de intimidad que insinúan una Mistral más compleja, más desbordada de lo que la historia ha permitido reconocer En una carta temprana, hablaba de “un canto que no encuentra calma”; en otra, de un “temblor que todavía habita el oficio del maestro”. La autora que fundó su voz en lo social —la educación, la reforma, la poesía— parece también haber cultivado un repertorio personal paralelo. Desde sus años en México, donde encontró una plataforma para desplegar su talento latinoamericano, hasta su posición diplomática en Europa, Mistral tejió una doble vida literaria: la pública y la que hoy comenzamos a ver. 

Estas revelaciones reacondicionan la manera en que leemos su obra, no solo como expediente de la gran poeta chilena, sino como territorio atravesado por deseos, silencios y sombras. La Mistral que brindó la estatura pública se abre paso ahora en lo inédito, aquella que guardó lo que no quiso o no pudo decir.

Foto cortesía Getty.
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Y es que la verdadera novedad de lo inédito no es el hallazgo, sino lo que altera, cambia la forma de entender, obliga a repensar la huella de una vida, interviene el legado. En el caso de Mistral, esa intervención abre preguntas como,  qué significa la intimidad en la escritura de quien se hizo pública y monumental; hasta dónde alcanza una voz que también calló.

La Mistral que emerge tiene fisuras, contradicciones, ecos que resuenan en múltiples claves; identidad mestiza, estatuto de mujer en los años 20, deseo creativo desbordado. Confirmar que siempre hubo más en ella no reduce su obra, pienso que al contrario,  la engrandece. Porque lo inédito no solo suma páginas, perturba certezas.

La única constante es que seguimos necesitando su voz. En los márgenes de lo visible, allí se guarda lo que aún nos puede sorprender.


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