
Por Alexa Brazilian
Los cubiertos del artista y orfebre Leo Costelloe parecen hechos de listones sedosos, sus cajas de recuerdos están coronadas con mechones de cabello humano, y sus floreros forjados a mano en plata esterlina tienen forma de envoltorios de papel estraza para ramos de flores. “Juego con la función y las expectativas que despierta un objeto”, dice Costelloe, de 31 años, con sede en Londres, quien creció en Australia, estudió diseño de joyería en Central Saint Martins y trabajó como florista antes de comenzar a vender sus propias piezas en 2021. “De todos los metales, la plata es el más adaptable, y evoca tanto a los textiles, que me encanta”.
Aunque la cuchara de plata ha sido durante mucho tiempo sinónimo de privilegio, él se apresura a aclarar que no nació con una en la boca. “No vengo de una familia con vajilla fina y cubiertos de plata, así que es muy extraño para mí trabajar en este ámbito”, comenta. “La plata estaba tan arraigada a la clase social, pero eso está cambiando”.
En efecto, Costelloe forma parte de una nueva generación de orfebres que están reimaginando este metal para el mundo moderno.
Heath Wagoner, de 36 años, comenzó a fabricar cubiertos de plata durante el confinamiento por la pandemia. Como extrañaba las cenas semanales que solía organizar para sus amigos, Wagoner —quien estudió orfebrería como licenciatura y trabajaba como consultor de diseño visual para Tiffany & Co.— empezó a crear cucharas y tenedores en plata, latón y cobre con un aire medieval, y a publicarlos en Instagram. La respuesta entusiasta lo convenció de lanzar una línea completa, gran parte de la cual parece salida de un coctel de los años veinte.
Entre sus piezas se encuentran palillos para canapés rematados con perlas negras o blancas, un tenedor para ostras elegantemente irregular y una cuchara diseñada específicamente para comer vitello tonnato, el clásico plato italiano de ternera. “Algunas piezas podrían no parecer aplicables a la vida moderna”, señala, “pero si sirves aceitunas en un cuenco con una cucharita especial de plata, la gente la va a usar y lo va a apreciar”.
Wagoner equilibra su amor por las piezas de plata retro y los rituales olvidados que representan con una inclinación por los objetos vanguardistas, como la lata de sardinas de gran tamaño que hizo recientemente para servir espárragos blancos en una cena. También está trabajando en un encargo de Virginia Lebermann, cofundadora del museo de arte contemporáneo Ballroom Marfa en Texas: un plato para galletas saladas elaborado con una lámina muy delgada de plata esterlina calibre 22, que moldeará, soldará y martillará para imitar el envoltorio delicado y encerado de esas galletas. El recipiente, dice, tendrá “una hermosa sensación de papel crujiente”.

En su e-commerce de diseño recién lanzado con el nombre de Abask, Tom Chapman y Nicolas Pickaerts (quienes solían colaborar con la ya desaparecida tienda británica de compras en línea Matches) venden una perspectiva más formal de la plata: juegos de té y café recién producidos de reconocidos fabricantes europeos como Jarosinski & Vaugoin, herreros vieneses de sexta generación que han surtido a palacios reales alrededor del mundo. Las antigüedades raras también forman parte de la oferta de la pareja, incluyendo un pez articulado de ojos enjoyados de mediados del siglo XX y un portachicles de plata maciza de los años treinta. “Si sacas un juego de té de plata, el tiempo se ralentiza”, dice Chapman, de 61 años. “Hacer las cosas con tal elegancia requiere un ritmo más meditativo”.
“Todo sabe mejor en plata, desde el vino hasta el agua”, asegura la dueña de una boutique en Londres y directora creativa (y editora colaboradora de T), Alex Eagle, de 41 años, quien vende moda de diseñadores emergentes de Londres y muebles contemporáneos junto a copas martilladas de plata del diseñador de joyas William Welstead, con sede en los Cotswolds, y copas de champaña de plata que ella co-diseñó para su línea homónima de muebles y accesorios, Eagle & Hodges.
Para su propia mesa, Eagle también ama los cubiertos clásicos de la casa francesa Puiforcat, fundada en el siglo XIX, que recientemente llamó la atención con su producción de un juego de mesa futurista esbozado en 1989 por el artista estadounidense Donald Judd (quien originalmente pensó hacerlo en porcelana). Con platos—llanos y hondos— y una taza de bordes curvados —la mayoría con anillos como los de Saturno—, la colección debutó en 2023 y ahora se produce por encargo. “Tienes que usar la plata en un entorno moderno, con una mesa muy sencilla, para que se sienta fresca y no tan al estilo clásico del Upper East Side o de la aristocracia inglesa”, aconseja Eagle.
Similar es la actitud en Porta, una tienda de artículos para el hogar en Brooklyn propiedad de Francesca del Balzo, de 37 años, y Alice Russotti, de 40. Las amigas de la infancia nacidas en Londres venden una cubitera plateada extravagante con patas que parecen de animal y platos hondos escultóricos para botanas, ambos decorados con anillos de cuarzo y hechos por Natalia Criado, de 40 años, una artesana colombiana radicada en Milán.
Ellas creen que la plata tiene cabida en cualquier mesa, como lo evidencia su inventario de portacondimentos grabados —con todo y el logotipo— para botellas de salsa Tabasco, cátsup Heinz y salsa inglesa Lea & Perrins del fabricante británico Theo Fennell. “La plata antes estaba confinada a los comedores formales, pero ahora es menos rígida, más dinámica y está lista para mezclarse en espacios modernos”, dice del Balzo. “Ya no se trata solo de tradición: se trata de reinvención”.
Fotografías por José Limbert/ Perri Clair Liebergall/Wentworth / Maxime Tetard / Paulo Placencia
Estilismo por Ángela Romero; Houses & Parties