Crédito: cortesía de la marca.

Redacción T Magazine México

La ciudad siempre se mira distinto desde arriba. Entre la geometría de los edificios, el aire menos denso y la posibilidad de observar la vida como si fuera un escenario abierto, las terrazas se han vuelto templos urbanos donde se reescriben los rituales de convivencia. Allí, el acto de beber se convierte en conversación y la vista en memoria compartida.

En este contexto, St-Germain ha elegido algunas de las terrazas más emblemáticas de México para celebrar su espíritu fresco y elegante. No es casual que el licor nacido en Francia retome la tradición de los cafés y bares del barrio de Saint-Germain-des-Prés, donde intelectuales como Simone de Beauvoir y Sartre encontraron inspiración para pensar el mundo. Hoy, la marca propone trasladar esa energía a espacios que condensan el presente de nuestras ciudades.

Crédito: cortesía de la marca.

La bebida insignia es el St-Germain Spritz, una mezcla precisa de Prosecco, agua mineral y el licor floral que transforma un gesto cotidiano en experiencia estética. Es ligero, brillante y se adapta tanto a una tarde soleada como a una noche cargada de confidencias.

Cada terraza funciona como un escenario distinto: en Ciudad de México, con sus contrastes de modernidad y ruina; en Guadalajara, con la luz que cae sobre sus plazas; en Monterrey, con las montañas como telón de fondo. El hilo conductor es la idea de pausa y celebración. No la fiesta desbordada, sino el encuentro que sabe a elegancia discreta, a bohemia contemporánea, a la posibilidad de mirar distinto lo que ya conocíamos.

Crédito: cortesía de la marca.

En tiempos de sobrecarga, St-Germain propone un regreso a lo esencial: compañía, memoria, paisaje y un trago que huele a flor de saúco. Una invitación a detenerse, a compartir, a crear historias que permanezcan más allá del vaso vacío.


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