
Carolina Chávez Rodríguez
El color polvo es una memoria hecha superficie. Habita entre los ocres, los arcilla, los rosas desgastados y los beige con alma de tierra. No pertenece a una sola época ni a un solo oficio, sino a la historia completa del territorio mexicano: a sus muros erosionados, a la cantera suave que cubre las fachadas, al polvo suspendido del desierto, a los tintes naturales que han coloreado fibras, tapetes y pieles durante siglos.
Su origen es ancestral. Los pigmentos terrosos fueron los primeros en emplearse en la pintura mural prehispánica, obtenidos del óxido de hierro, del barro y de la piedra molida. En ellos se encontraba el principio del color como rito y como lenguaje. El polvo, transformado en tono, fue la materia con la que los pueblos mesoamericanos narraron su relación con el entorno.


En la arquitectura, esta paleta se convirtió en una constante: desde los muros de adobe en el norte hasta las construcciones coloniales de cantera rosa en el Bajío, el color polvo ha acompañado la evolución estética de México. Es el tono de los interiores donde entra la luz tibia, de los pueblos donde las fachadas se erosionan sin perder dignidad, del paisaje que se pulveriza al mediodía.
En el textil, adopta una forma más íntima. Los tintes naturales, como el palo de Brasil, la cochinilla en su grado más claro o la arcilla de Oaxaca, revelan su parentesco con la tierra. Son matices que no buscan imponerse, sino envolver: tonos que se sienten más que se ven.

Hoy, en el diseño contemporáneo, el color polvo regresa como una respuesta a la saturación visual. Las marcas mexicanas de interiorismo y moda lo reinterpretan como un signo de calma y permanencia, un homenaje a lo artesanal, al desgaste noble de los materiales, a la estética de lo que envejece con belleza.
Más que un color, el polvo es una temperatura emocional. Contiene el eco de lo que fuimos y la suavidad de lo que resiste. En tiempos de artificio, nos recuerda que el origen sigue siendo el mismo: la tierra, el aire y la luz que lo vuelve todo habitable.