
Redacción T Magazine México
En el origen hay infancia nómada: mudanzas por rincones remotos de India, atención al silencio y a los gestos pequeños. Ese pulso se reconoce en Claymen, un proyecto que modela cabezas y cuerpos a mano, con imperfecciones visibles y una psicología doméstica: hombros caídos, miradas que divagan, manos que no encuentran lugar.


Formado en Graphic & Information Design (London College of Communication), Khanna dirigió estudios en Londres y Nueva Delhi antes de asumir que la arcilla imponía el tiempo justo para sus ideas: material antiguo, humilde, imposible de apurar. A partir de una primera cabeza, el conjunto creció hasta convertirse en un coro silencioso que viaja y se reconoce en públicos diversos —de ferias y galerías internacionales a tiendas de museos— sin perder escala íntima. Una instalación permanente en el Museum of Solutions (Mumbai) confirma esa convivencia entre lo cotidiano y lo institucional.

El proyecto se ha expandido en material y escala —papier-maché y biomateriales—, pero sostiene un ideario nítido: simplicidad, pausa y humanidad. Claymen no satiriza; observa. Repite con variaciones una misma premisa: que compartimos materia —tierra, fragilidad, decisiones dudosas— y que, tal vez, una figura de arcilla puede recordarlo con una ternura sutil.