
Por Nancy Haas
El día después de que los alemanes invadieran París en junio de 1940, la diseñadora modernista francesa Charlotte Perriand se subió a un barco que iba desde Marsella rumbo a Kobe, Japón, donde la habían invitado a asesorar al gobierno sobre cómo crear productos para el mercado occidental.
Dos años más tarde, la Segunda Guerra Mundial hizo que le fuera imposible regresar a Europa, por eso se mudó a Vietnam, entonces bajo ocupación francesa, donde conoció y se casó con su segundo esposo, Jacques Martin. En 1943, embarazada de su única hija, diseñó una chaise longue a la que llamó Indochine. Como el acero tubular que más le gustaba no estaba disponible durante la guerra, construyó el prototipo con ratán.

Hoy día, la firma italiana de mobiliario Cassina, en colaboración con su hija, Pernette Perriand-Barsac, lanzó una nueva versión en el material que a Perriand —quien falleció en 1999 a los 96 años, tras una carrera de 70 años— le hubiera gustado utilizar originalmente.
Pintada en marfil, azul claro, verde, negro o, como se muestra aquí, en gris petróleo, y con un asiento de tela o piel en diferentes tonos, la estructura continua es más simple de lo que parece, y tan fluida como el inagotable caudal creativo de su creadora.