Foto: cortesía del archivo Bardot

Carolina Chávez

Et c’est comme un calice

A sa beauté

Elle ne porte rien

D’autre qu’un peu

D’essence de Guerlain.

The initials BB, Serge Gaisbourg

Brigitte Bardot, actriz, mito cultural y activista radical por los animales, falleció a los 91 años. Con ella se apaga una figura que excedió la pantalla para instalarse en la memoria afectiva del siglo XX, dejando un vacío que atraviesa el cine, la moda, la música y una ética de vida sostenida con convicción hasta el final.

Desde su irrupción en Y Dios creó a la mujer hasta su retiro voluntario en la cima de la fama, Bardot encarnó una forma de libertad que marcó época. Su presencia transformó el lenguaje del deseo en el cine europeo y reconfiguró el imaginario femenino con una sensualidad franca, corporal, directa. Fue actriz, cantante, musa y fenómeno cultural. También fue una mujer atravesada por la intensidad, la fragilidad y una lucidez que eligió el silencio público antes que la repetición.

Hay escenas que se quedan para siempre. La primera vez que vi The Initials BB, el encuentro musical entre Serge Gainsbourg y Brigitte Bardot, entendí que algunas imágenes acompañan toda la vida. Bardot no actuaba: habitaba la cámara. Su voz hablada, su respiración, su presencia suspendida entre el deseo y la melancolía siguen siendo un manifiesto íntimo, de esos que uno se lleva consigo hasta el final.

Foto: cortesía del archivo Bardot
Foto: cortesía del archivo Bardot
Foto: cortesía del archivo Bardot
Foto: cortesía del archivo Bardot

En 1973, Bardot tomó una decisión definitiva. Cerró la puerta del cine y volcó su energía a una causa que sostuvo sin concesiones: la defensa de los animales. Fundó la Fundación Brigitte Bardot y convirtió su nombre en una plataforma de acción constante. Vendió bienes personales, escribió cartas incendiarias a jefes de Estado, denunció la caza, la tauromaquia, la industria peletera y la explotación animal con una tenacidad que definió su segunda vida pública. “Los animales nunca me han traicionado”, dijo alguna vez. Esa frase resume una ética construida desde la identificación y el cuidado.

Foto: cortesía del archivo Bardot
Foto: cortesía del archivo Bardot.
Foto: cortesía del archivo Bardot.

Su activismo generó adhesiones profundas y controversias abiertas. Bardot asumió el conflicto como parte de su postura, convencida de que la coherencia implicaba incomodidad. Esa radicalidad, sostenida durante décadas, dejó una huella concreta en la conversación global sobre los derechos animales y anticipó debates que hoy ocupan el centro de la agenda cultural.

Brigitte Bardot también fue estilo. Popularizó el bikini, el escote que lleva su nombre, la guinga rosa, las rayas marineras y una forma de estar en el mundo que mezcló naturalidad, desafío y una elegancia instintiva. Musa de fotógrafos, artistas y cineastas, su imagen continúa dialogando con generaciones que no la vieron estrenar, pero la reconocen.

Con su muerte, se cierra un capítulo irrepetible. Queda la actriz que transformó la pantalla, la mujer que eligió retirarse para preservar su imagen y la activista que dedicó su vida a quienes no tienen voz. Queda también una lección incómoda y vigente: vivir con intensidad, asumir las consecuencias y sostener una causa hasta el final.

Ciao, BB. Nuestra memoria te nombra. 


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