La obra es un homenaje a las mujeres y también es un tributo a las personas de la tercera edad. Crédito: Rubén Márquez.

Por Javier Fernández de Angulo

La obra “Julieta”, sublime, profunda, divertida, reflexiva, se desarrolla en silencio sin más sonido que los aplausos rotundos de un público entusiasta y la música, dulce y apropiada, de Natalia Lafourcade.

Estrenada hace un año con éxito en numerosos escenarios, llega a la Ciudad de México donde Chula vive la escena con especial emoción. La obra es un homenaje a las mujeres y también es un tributo a las personas de la tercera edad que refleja la soledad en la que viven.

“Necesito hacer un homenaje a mi linaje de mujeres y mis mayores, como mi papá”, confesó Chula. La música, compuesta a medida para la obra, es fruto de la colaboración entre la actriz y Natalia Lafourcade, que ayuda a la narración y nos invita a viajar a México con cierta nostalgia.

“Julieta” es un personaje potente, emocionante, divertido, lleno de humanidad en una obra que provoca muchas risas y reflexiona sobre la vejez, con un escenario de gran ingenio que forma parte del espectáculo.

“Julieta” habla de los sentimientos de la propia Chula,  que vive con emoción su vuelta a México y al teatro Milán, donde ha presentado todas sus obras. El espacio también es protagonista y nos muestra cómo se va haciendo más limitado a medida que avanza la edad y la soledad.

Una obra sublime.


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