El universo visual de Alex Proba trasciende la gráfica y se instala en lo monumental: piscinas convertidas en lienzos, esculturas públicas que parecen haber germinado del paisaje, interiores intervenidos como si fueran pinturas habitables. Su obra es un gesto de alegría, un recordatorio de que lo ordinario puede, siempre, transformarse en extraordinario.