Crédito: cortesía de la marca.

Redacción T Magazine México

El diseño no solo viste las casas, las transforma en escenarios. Esta temporada, Casa Palacio propone dos caminos distintos pero complementarios para vivir el interiorismo: Tactilidad Suntuosa y Territorio Común.

Crédito: cortesía de la marca.

El primero es un viaje hacia lo exuberante. Tapicerías que parecen capturar la luz como un reflector, terciopelos multicolor que se atreven con matices de jade, ónix o miel, y piezas que convierten lo cotidiano en gesto escultórico. Basta pensar en el perchero Saguaro de Qeeboo (ese cactus rosa que funciona tanto como objeto práctico como declaración estética) o en la silla Filicudi, que reinventa la higuera de pala en clave contemporánea. Aquí, el lujo está en la textura que provoca una sonrisa o en un color que irrumpe para cambiar la atmósfera.

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En contraste, Territorio Común se inclina por la serenidad de lo esencial. Maderas oscuras, piedras veteadas y superficies porosas que invitan a tocarlas. Espacios donde lo imperfecto y lo rústico adquieren belleza propia: una lámpara de Namuh, los troncos de Noble Souls usados como esculturas, un sillón mullido que parece un abrazo. Todo pensado para reconectar con lo elemental: la tibieza de un fuego encendido, el peso noble de una mesa de roble, la textura suave de un textil neutro.

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La paleta se mueve del terracota al azul neblina, con un inesperado naranja “emergencia” que funciona como boost de energía. El resultado: interiores que se sienten cercanos, sensoriales y profundamente humanos.

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Más que elegir un estilo, se trata de abrirse a distintas formas de vivir los espacios y disfrutarlos con quienes amamos para darle sentido. Porque en ambos casos, lo que cuenta es la intención, ya sea desde lo lúdico o lo esencial, el diseño se convierte en un relato íntimo, una manera de contar quiénes somos en casa.

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