El nuevo Gucci se escribe entre herencia y provocación. Crédito: cortesía de la marca.

Carolina Chávez Rodríguez 

Demna no quiso esperar al desfile de febrero. Su primera colección para Gucci apareció en formato lookbook, casi como anticipo doméstico: un álbum donde la familia se disfraza de arquetipo y la marca se reinventa bajo su mirada. La propuesta se titula La Famiglia y, más que una colección inaugural, funciona como declaración estética: Gucci ya no habla de una sola mujer o un solo hombre, sino de un conjunto de personajes que orbitan en torno a su universo.

La clienta y el cliente de Gucci, según Demna, se mueven entre extremos. El minimalismo sensual convive con abrigos de ópera recargados de plumas. Los años 70 y el marabú aparecen despojados de barroquismo, como ejercicio de contención. Y de pronto, el recuerdo noventero de Tom Ford se infiltra en transparencias, cuero negro y un sex appeal deliberado. No se trata de negar herencias, sino de recomponerlas en contraste.

Crédito: cortesía de la marca.
Crédito: cortesía de la marca.
Crédito: cortesía de la marca.

La campaña visual, fotografiada por Catherine Opie, ensambla a los personajes de esta nueva familia Gucci: la Incazzata envuelta en abrigo rojo, la Primadonna, la Mecenate, la Contessa, el Principino y la Influencer. Figuras que funcionan como espejos de estilo, encarnaciones múltiples de lo que significa pertenecer al imaginario Gucci. La moda aquí no se limita a prendas, sino que aparece como actitud social, estado de ánimo, incluso máscara. El diseñador insiste en el placer de vestirse, en la irreverencia como forma de libertad.

La colección es un cruce entre herencia y provocación. Iconos de la casa como el Bamboo 1947, el mocasín Horsebit o el motivo Flora reaparecen en nuevos contextos, nocturnos, hedonistas, exagerados. No son reliquias, sino materiales para seguir escribiendo el relato. Gucci, bajo la dirección de Demna, se instala en el filo entre el exceso y la limpieza, entre lo reconocible y lo inesperado.

Crédito: cortesía de la marca.

La Famiglia se lee como prólogo. Una primera página que marca la entrada a una nueva era de Gucci, donde la familia funciona como metáfora del público y la irreverencia se convierte en método de continuidad. Falta ver el desfile de febrero, pero el tono ya está dado. En T Magazine México, seguiremos dando novedades al respecto


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