Créditos: Liz Ortiz.

Redacción T Magazine México

En un paisaje donde el diseño corre el riesgo de volverse genérico, ARUDEKO apuesta por la especificidad: piezas que nacen de técnicas ancestrales —telar de pedal, teñidos naturales— y se piensan para habitar la arquitectura contemporánea. Detrás están Nailea y Denisse Arnaiz, diseñadoras textiles que desde 2016 tejen una red con más de 35 artesanos en Oaxaca, articulando tiempos de taller y exigencias de obra con la misma claridad.

Créditos: Liz Ortiz.
Créditos: Liz Ortiz.

El portafolio habla de alcance y criterio. Hay proyectos especiales para Spotify en Ciudad de México, hoteles boutique como Casa Cuenca y Numu by Hyatt, tapetes para la boutique de Cartier en CDMX, y colaboraciones con despachos de arquitectura e interiorismo que buscan incorporar lujo artesanal sin perder funcionalidad. Más que colecciones cerradas, ARUDEKO ofrece desarrollo completamente personalizado: escalas, cromáticas y texturas que dialogan con la identidad de cada espacio.

Créditos: Liz Ortiz.

El principio rector es también una metodología: “Mano a mano”. Esto implica procesos de co-diseño con comunidades y clientes, trazabilidad de materiales y una logística que respeta los ritmos del oficio. El impacto se mide en dos direcciones: social, con salarios justos y continuidad de trabajo; y ambiental, con procesos de teñido que reutilizan agua y una vocación de economía circular que extiende la vida de los materiales.

Al final, cada cojín, tapete o panel textil funciona como un puente de la memoria técnica a la habitación, del territorio oaxaqueño a hoteles y residencias dentro y fuera de México. No es solo decoración; es infraestructura cultural hecha a mano.


TE RECOMENDAMOS