El artista Cannupa Hanska Luger crea instalaciones monumentales, esculturas y performances para comunicar historias urgentes de la indigeneidad del siglo XXI
En 2022, durante una residencia en la Universidad de California en San Diego, el artista Cannupa Hanska Luger, originario de Nuevo México, tenía la intención de trabajar con arcilla, pero la humedad del aire dificultaba el proceso de secado. En su lugar, comenzó a experimentar con acero, creando los marcos metálicos para un conjunto de altavoces. Así nació la idea de su próxima exposición, Speechless, en el Nasher Museum of Art de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, que explora temas como la historia indígena, la colonización y las dinámicas de poder inherentes a la comunicación.
Luger, nacido en la Standing Rock Reservation, en Dakota del Norte, y descendiente de las tribus Mandan, Hidatsa, Arikara y Lakota, encontró inspiración en estructuras creadas por pueblos indígenas del Pacífico Sur en la década de 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas transportaron grandes cantidades de cargamento a archipiélagos como Vanuatu y Fiyi. Cuando el ejército occidental se retiró, los isleños comenzaron a construir imitaciones improvisadas de la infraestructura militar –torres de control hechas de bambú, un avión tallado en madera–con la esperanza de que este ritual atrajera más cargamento. Más tarde, estos fenómenos serían conocidos como cultos de carga.
En Speechless, vigas de pino lodgepole y pino blanco convergen para formar una torre de radio rodeada por altavoces cuyos componentes han sido reemplazados por cerámica colorida, vidrio soplado a mano y cabello sintético, lo que los hace incapaces de producir sonido. La exposición pretende ser tanto una crítica al materialismo estadounidense como un homenaje a los artistas indígenas que han sido silenciados por instituciones eurocéntricas, explica Luger. “¿Qué significa ser un orador al que nadie escucha?”, pregunta el artista.
Cannupa Hanska Luger: Speechless estará en exhibición en el Nasher Museum of Art de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, hasta el próximo 6 de julio.