Por Kira Alvarez Bueno

Isaac Hernández, una de las figuras más emblemáticas del ballet internacional, se muestra sereno y tranquilo. Estrella de producciones internacionales como Romeo & Juliet, Mere Mortals, Cinderella o Giselle, Hernández llega al set ubicado en pleno Downtown de Los Ángeles poco antes que su hermano Esteban, recién aterrizado de San Francisco. Allí, el menor de los hermanos ejerce desde 2019 como bailarín principal del San Francisco Ballet, la compañía más antigua de Estados Unidos, una institución mundial de la danza con la que ha tenido la oportunidad de formar parte de obras como Frankenstein, El hijo pródigo y Fancy Free. Ambos son originarios de Guadalajara (Jalisco) y ambos nacieron en una familia de bailarines clásicos en la que el padre, Héctor Hernández, fue el primer maestro. “Creo que la complicidad que tenemos es natural porque hemos crecido juntos en este camino. Ambos empezamos las primeras clases de ballet en nuestro patio, gozamos de la misma formación inicial, somos hermanos y compañeros de profesión. Compartir la misma pasión nos ha dado una conexión muy especial. Nos apoyamos mutuamente en los momentos difíciles y nos dan felicidad los logros del otro. Es un privilegio poder coincidir en el amor por lo que hacemos”, relata Isaac, capaz de subirse a escenarios nunca antes pisados por un bailarín mexicano con compañías como el Ballet Mariinsky de San Petersburgo o el Ballet de l’Opéra de París. 

La compenetración entre los Hernández es palpable a lo largo de la sesión fotográfica: mientras uno se coloca frente al objetivo, el otro no deja de observar sus movimientos con detalle. No hay interrupciones, sino que reina el respeto mutuo. Dialogan sobre cómo posar, se corrigen la técnica entre ellos mismos y revisan constantemente los monitores para mejorar saltos y composición. El resto, simples testigos de la magia que sucede ante sus ojos. “El mejor consejo que he recibido de mi hermano es el valor de la perseverancia, recordar el impacto positivo que podemos tener en otras personas (y generaciones más jóvenes) a través de nuestro trabajo y la importancia de entender que los sueños se cumplen cuando se trabaja por ellos”, señala Esteban, 30 años, graduado con los más altos honores en la legendaria escuela del Royal Ballet de Londres.

 Isaac Hernández viste traje con camisa de Zegna, www.zegna.com; reloj y bolso de Montblanc, www.montblanc.com. Crédito: Richard Machado.


Los dos coinciden en que para mantenerse en la cima del ballet es necesario encontrar un equilibrio entre la interpretación, la resistencia física y la técnica, la base sobre la que construyen todo su universo, un proceso de perfeccionamiento diario que nunca se detiene. Para ello, la disciplina, los entrenamientos, el cuidado del cuerpo y la prevención de lesiones son tan indispensables como la fuerza mental, fundamental para memorizar coreografías, música e historias. “Tenemos una relación con nuestro cuerpo basada en una gratitud constante e inmensa. Sin él y sus habilidades no podríamos haber vivido las experiencias ni la vida que hemos tenido. Debemos cuidarlo, lo que implica una alimentación sana, reposo, masajes, terapia física… Creemos que es fundamental mantener la calma, especialmente durante momentos difíciles, como una lesión. No caer en la desesperanza mental es determinante, pues el estado emocional impacta directamente en el cuerpo. La calma y la paciencia son básicos para pasar un momento complicado”, profundiza Isaac.

Esteban Hernández lleva un total look de shorts, camisa, gabardina y flor de Bottega Veneta, www.bottegaveneta.com. Crédito: Richard Machado.

Crear la playlist ideal para una producción con talentos que entienden –y viven– la profunda conexión que existe entre su oficio y la música es todo un reto, tanto como encontrar la pieza que mejor describa su historia como hermanos y bailarines. “Haríamos una coreografía con música de Etta James, sus notas contienen una riqueza emocional que es profundamente emotiva y atemporal”, responde Isaac. Poco tiempo después, los ritmos de la intérprete envuelven el ambiente, acompañando la ejecución de cada uno de sus movimientos y posturas imposibles. Tanto Isaac como Esteban asistieron a The Rock School for Dance Education, en Filadelfia, y a los programas de verano de entrenamiento intensivo del American Ballet Theatre (ABT), compañía con sede en Nueva York fundada en 1939 que prioriza los clásicos para preservar el lado más purista mientras impulsa nuevas e innovadoras obras. Ahí fue donde comenzó la relación con la ciudad en la que les encantaría compartir escenario, sueño que esperan cumplir este año. Su afecto por Nueva York nació en la pubertad, cuando se convirtió en su primer hogar una vez abandonada Guadalajara, y el vínculo no hace más que consolidarse: Isaac arrancó 2025 como bailarín principal del ABT, la primera vez en 85 años que un artista de origen mexicano asume una posición que lo eleva al nivel de iconos como Mikhail Baryshnikov, Cynthia Harvey, Julie Kent, Stella Abrera, Ethan Stiefel, Marcelo Gomes o Roberto Bolle, todos ellos bailarines principales en el pasado. Ahora, bajo la dirección artística de la coreógrafa y exprimera bailarina Susan Jaffe, Isaac Hernández compartirá tarima con algunos de los mejores bailarines del momento, como James Whiteside y Gillian Murphy, cerrando un círculo que comenzó en el Het Nationale Ballet de Holanda, el English National Ballet y el San Francisco Ballet. 


Para los hermanos Hernández, representar a México en los escenarios más destacados implica una gran responsabilidad y emoción. “Nuestra cultura está llena de pasión y fuerza, con una conexión profunda con la historia y las emociones. En nuestro trabajo artístico, integramos esta identidad a través de la interpretación en el escenario. No se trata solo de ejecutar los pasos con precisión, sino de transmitir sentimientos. Creo que de alguna manera eso viene de nuestro contexto cultural, tan expresivo y variado”, relata Esteban, ganador de nueve medallas de oro y tres Grand Prix en las competencias internacionales de ballet más prestigiosas, incluyendo las de La Habana, San Petersburgo, Berlín y Nueva York. Isaac, por su parte, recibió en 2018 en el Teatro Bolshoi de Moscú el premio Benois de la Danse al mejor bailarín, que sumó a otros galardones como el Positano de la Danza Léonide Massine, en Italia; el Alexandra Radius Award, en Holanda, y la Medalla de Bellas Artes, en México, la máxima condecoración artística entregada por el presidente de la República. 

Esteban e Isaac Hernández fueron fotografiados en Los Ángeles el 16 de diciembre de 2024. Desde la izquierda: Esteban lleva un total look de traje y camisa de Dolce & Gabbana, www.dolcegabbana.com. Isaac lleva pantalón, camisa y blazer de Zegna, www.zegna.com. Crédito: Richard Machado.


Por eso, después de tantas conquistas, regresar a casa siempre es especial. El verano pasado celebraron en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México el décimo aniversario de Despertares, una velada que cerraron interpretando My Way, de Frank Sinatra, con coreografía de Stephan Toss y producida por Soul Arts Production, la productora fundada en 2014 por Isaac y su hermana Emilia Hernández para transformar el panorama cultural nacional. “Bailar frente a 10,000 personas en nuestro país, en un escenario tan imponente y hacerlo con una coreografía que refleja nuestro camino, nuestras decisiones y la forma en que hemos construido nuestras carreras fue realmente emotivo. Aunque cada uno ha seguido su propio curso, en ese instante compartimos la esencia de nuestra profesión de una manera única, con una conexión que solo nosotros entendemos. Es un recuerdo que llevaremos siempre”, rememora Isaac sobre el que es el momento más profundo que han vivido encima de un escenario. Más tarde llegaría Despertares Impulsa, un proyecto que aglutina conferencias, workshops, eventos y audiciones para formar parte de algunas de las escuelas de ballet más prestigiosas del mundo. 

Isaac viste jeans y camisa Zegna, www.zegna.com. Crédito: Richard Machado.


Estos esfuerzos han servido también como un puente de oportunidades y crecimiento, permitiendo que más talentos puedan acceder a un camino que de otro modo sería inaccesible. “Nosotros empezamos prácticamente de cero, entrenando en el patio de la casa, donde se tendía la ropa, sin muchos recursos y sin opciones concretas para desenvolvernos como artistas. El panorama no era alentador y vivimos en carne propia las dificultades en cuanto a formación artística que enfrentan los jóvenes. Esa experiencia nos llevó a tomar conciencia e identificar las necesidades de quienes desean dedicarse al arte”, declara Esteban, quien también confirma el deseo de ambos de seguir nutriendo estas plataformas para impulsar las nuevas camadas de artistas y que, a su vez, desarrollen la conciencia de compartir su conocimiento con las generaciones venideras. “Dejar un legado a través del trabajo que hacemos es una de las formas más significativas de trascender como seres humanos. Poder impactar la vida de otra persona de manera positiva, en nuestro caso a través del arte, es un privilegio y una responsabilidad”, explica Isaac, enfocado como su hermano en atraer nuevas audiencias. ¿Cómo tienen planeado hacerlo?, preguntamos. Ambos coinciden que el contraste de alguna zona desértica es particularmente especial. Fantasean con lugares exóticos como las dunas de Samalayuca, en Chihuahua, un paisaje surrealista de arenas doradas y formaciones ondulantes que consideran el escenario perfecto para que la danza se funda con la inmensidad visual del desierto. “La música podría ser una mezcla de sonidos electrónicos, creando una atmósfera envolvente y cinematográfica. Otros escenarios podrían incluir Cuatro Ciénegas, en Coahuila, o la reserva de la Biosfera El Pinacate, en el desierto de Altar, Sonora”, idealiza Isaac.


La sesión avanza entre flashes, relevés, jetés y tours en l’air. Si bien no estamos en un entarimado entre dunas, Isaac y Esteban convierten el estudio en su propio escenario y al crew en público cautivo. La cámara acompaña sus movimientos, recordando que el ballet es un arte multidisciplinario porque, coinciden, para mantenerse relevante en un mundo en constante cambio debe fusionarse con otras disciplinas que den acceso a un público más amplio. “A lo largo de nuestra carrera hemos tenido la oportunidad de colaborar con diversas especialidades que han enriquecido nuestra versatilidad artística. Hemos trabajado con músicos en vivo, orquestas, con las artes visuales y la escenografía digital, creando experiencias inmersivas que potencian la narrativa de la danza. También hemos hecho mancuerna con casas de alta costura y diseñadores, además de explorar el mundo del cine y la fotografía”, reflexiona Esteban. 

Esteban lleva pantalones, chaleco y collar de Dolce & Gabbana, www.dolceandgabbana.com.


En cuanto a su futuro personal, vislumbran el ambicioso plan de, después de 30 años de ausencia, concretar el regreso del ABT a México el próximo diciembre para presentar la obra El cascanueces, además de establecer una residencia artística en Guadalajara que durante los próximos cinco años permita a la compañía tener una presencia anual en la ciudad con esta producción clásica. 


El set comienza a perder vida con la salida de Isaac y Esteban. Luces, cicloramas y distintos cambios de ropa han servido para montar una breve puesta en escena que evidencia su maestría en la danza. Son los últimos rayos de la tarde los encargados de dar por finalizada la producción fotográfica. ¿Qué impulsa a artistas con estas tablas a seguir desafiándose cuando, aparentemente, lo han alcanzado todo? Isaac responde con esa misma presencia, de tintes epopéyicos, con la que llegó al estudio. “En esencia, lo que nos mueve a seguir creciendo es la conciencia de aprovechar al máximo el tiempo que tenemos en este mundo. Cuando comprendes que nuestro paso por la vida es momentáneo, surge el deseo de dar lo mejor de uno cada día, no solo en lo profesional, sino también en el entendimiento de nuestra propia existencia. La vida es un constante esfuerzo y aprendizaje. Tener la satisfacción de saber que se ha hecho lo mejor que hemos podido con nuestro tiempo, nos ayuda a seguir evolucionando y a tomar desafíos como artistas”.


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