Redacción T Magazine México

Ferragamo inaugura un capítulo inesperado en la Ciudad de México con la apertura temporal de Ferragamo Caffè en El Palacio de Hierro Polanco. La propuesta funciona como una extensión del imaginario de la casa italiana, un ejercicio sensorial que honra su tradición artesanal desde un lenguaje cotidiano. El visitante entra por un espresso y termina recorriendo un siglo de diseño condensado en un espacio que combina rigor, fantasía y una lectura contemporánea del lujo.

La atmósfera privilegia la suavidad de las texturas, el color y los volúmenes precisos. No busca sobresaltar, sino insinuar. La esquina de café da paso a la barra principal, donde la estética de Ferragamo se instala sin despliegues innecesarios. El menú recurre a clásicos italianos que evitan el artificio, como un vitello tonnato contenido o arancini acompañados de ragú cocinado con paciencia (y vaya que la requiere). Nada intenta demostrar nada, lo cual resulta una declaración.

El recorrido conduce a una pequeña exhibición de zapatos icónicos de la casa. La Rainbow Sandal de 1938, creada para Judy Garland, sostiene todavía esa audacia cromática que anuncia optimismo sin pronunciarlo. A su lado, los Red Crystal Pumps asociados a Marilyn Monroe iluminan el salón con una nostalgia pulida que revela por qué el calzado se convirtió en la columna vertebral de la marca. Objetos que recuerdan que la historia del diseño también está hecha de decisiones estéticas silenciosas.

Ferragamo Caffè propone una experiencia donde el estilo italiano se vive. Un encuentro entre cocina, diseño y archivo que convierte la pausa en un acto de contemplación. Sin estridencias, sin prisa.


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