Foto cortesía de Balmain.

Carolina Chávez Rodríguez

Olivier Rousteing se marcha de Balmain, lo hace como llegó; sin medias tintas, con gratitud, con drama y con estilo. Después de catorce años al frente de la maison fundada por Pierre Balmain en 1945, el diseñador francés se despide “orgulloso por todo lo logrado” y “profundamente agradecido” a su equipo, al que llama su familia elegida. No es una exageración. Rousteing no solo transformó el archivo de una marca histórica, sino que construyó alrededor de ella un fenómeno cultural.

Cuando asumió la dirección creativa en 2011, tenía apenas 25 años y una ambición desmesurada. Transformó la elegancia parisina en un espectáculo global donde el lujo se volvió más directo, más pop, más visible. Su Balmain Army —esa comunidad de celebridades y seguidores fieles— hizo de Instagram una pasarela paralela y convirtió la moda en un discurso sobre poder, identidad y deseo.

Rousteing llevó a Balmain al terreno de la hiperrealidad. Su estética no buscaba discreción, hombreras que rozaban la arquitectura, lentejuelas como armaduras, cuerpos vestidos para ser mirados. En un mundo obsesionado con la contención, él eligió el exceso y lo convirtió en lenguaje.

Rachid Mohamed Rachid, presidente de Balmain, definió su legado como una “revolución de autenticidad y valentía”. No exagera. Rousteing fue uno de los primeros diseñadores afro descendientes, en ocupar un puesto de poder en la alta moda francesa, y lo usó para abrir espacio a otras narrativas, a otros cuerpos, a otras pieles.

Foto cortesía de Balmain.

Su relación con la cultura popular fue también un eje de su éxito. La colaboración con H&M en 2015 —que agotó existencias en minutos— y sus alianzas con figuras como Beyoncé, Kim Kardashian o Rosalía marcaron una época. De hecho, el último vestido que la cantante catalana lució en la gala MET fue suyo. Un cierre simbólico, casi cinematográfico.

Balmain, desde su fundación, ha sido una casa de excesos refinados. Rousteing la empujó hacia el siglo XXI con audacia y teatralidad. Hoy, al anunciar su salida, se despide con una frase que parece también un manifiesto: “El amor, la pasión y la familia lo son todo.”

Su futuro no está dicho, pero su legado ya es parte de la historia de la moda contemporánea.


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