
Redacción T Magazine México
Anita Suárez de Lezo (Madrid, 1980) estudió diseño en Parsons School of Design en Nueva York, donde su paso por la moda despertó una sensibilidad hacia la estructura y el detalle que más tarde, pasaría al arte. Tras un máster en diseño gráfico, encontró en la abstracción geométrica su lenguaje definitivo, una síntesis de orden, luz y emoción..
Su obra habita en un espacio intermedio, ese territorio ambiguo donde la pintura se vuelve objeto y la escultura se suaviza hasta rozar la superficie del color. Las formas que crea —simples, meditadas— nacen de la observación y del control absoluto del proceso. Lo digital y lo manual coexisten, lo racional y lo intuitivo dialogan sin jerarquías.
Cada pieza comienza como un boceto digital que, poco a poco, se transforma en materia. Geometrías que se pliegan como origamis, juegos de planos que evocan movimiento, luz y ritmo. A través de materiales como el espejo o el oro de 24 quilates, Suárez de Lezo convierte la simplicidad en lujo sensorial, un lujo silencioso que invita a la contemplación.

La artista se nutre de influencias diversas, el uso cromático de Bridget Riley, las estructuras de Sol LeWitt, el equilibrio espiritual de Mark Rothko o la pureza formal de Josef Albers. Pero en su obra no hay cita ni imitación; hay, más bien, una búsqueda de armonía entre cuerpo y pensamiento, entre la calma y la vibración.

Su geometría no es fría. Es emocional, a veces incluso vitalista. Los colores —profundos, brillantes, saturados— rompen el estatismo de las líneas y generan una sensación de expansión, de movimiento constante. La artista lo define como una exploración de la “vitalidad contenida”, una energía que se manifiesta sin desbordarse.
Anita Suárez de Lezo ha participado en ferias como Estampa, JustMad, ArtMadrid, Kunstrai Amsterdam o Unfair Milán. Sus colaboraciones con Louis Vuitton y la reciente incorporación de una de sus piezas a la colección Helga de Alvear confirman su relevancia dentro del arte contemporáneo europeo.
Entre la calma de su trazo y la vibración del color, su trabajo ofrece una lección de equilibrio, la belleza no está en el exceso ni en la ausencia, sino en el punto exacto donde el orden respira.