
Redacción T Magazine México
El estadio no siempre es un lugar para competir. A veces puede convertirse en un escenario donde el arte y el deseo juegan bajo las mismas reglas. Así ocurrió en París, cuando Christian Louboutin presentó una nueva edición del Loubi Show bajo la dirección artística de David LaChapelle y la coreografía de Blanca Li.
La propuesta parte de una idea tan simple como poderosa, recuperar la alegría colectiva de los juegos y los desfiles escolares, pero filtrada por el exceso teatral y la obsesión estética que siempre ha caracterizado a Louboutin. LaChapelle, maestro de lo hipervisual, construyó un relato donde la danza y el atletismo se funden con la moda para explorar lo festivo, lo absurdo y lo profundamente humano.
Cinco actos bastan para construir una narrativa en la que las reglas de la realidad se suspenden. Una banda de músicos, porristas y un séquito de bailarines toman el campo, mientras una figura inesperada —una modelo parisina presentada por el propio LaChapelle como “tan francesa como la Torre Eiffel”— abre el espectáculo empujando una podadora. Entre destellos y humor, aparece también el emblema personal de Louboutin, se trata de un caballito de mar que recorre el escenario como si guiara al público entre recuerdos y sueños.



La música en vivo del artista francés Asphalt (Milo Thoretton) refuerza el espíritu de esa adolescencia idealizada que el espectáculo evoca. Canciones románticas y nostálgicas cruzan el aire mientras el campo se convierte en un carnaval de luces y colores. Todo es un ejercicio de artificio consciente, la exaltación de la forma, el exceso como lenguaje, la ironía como punto de partida.
El cierre es una escena de delirio controlado. Sobre un enorme pastel, aparecen las Ballerina Ultima, reinterpretadas como esculturas danzantes recubiertas de strass. Nacidas en 2007 como una exploración de la verticalidad extrema del cuerpo femenino, regresan ahora como una metáfora de la creación sin límites, un tributo al savoir-faire de la casa y a su sentido teatral del lujo.

El Loubi Show también sirvió como presentación de la colección Cassia, inspirada en el ballet, una línea donde la delicadeza se mezcla con la energía del movimiento. Zapatos como el Cassia Annmac o el Cassiasticina reimaginan los calentadores y zapatillas de danza, mientras el Ruben marca el inicio de esta estética en la línea masculina.
Más que una simple pasarela, la nueva entrega de Louboutin es una celebración del artificio como forma de verdad.