El Nevado de Toluca, foto cortesía de Volcanes de México.

Carolina Chávez Rodríguez

El alpinismo, más que un deporte, es una forma de contemplar el mundo desde su altura más pura. En México, la práctica tiene raíces ancestrales: los primeros ascensos se remontan a la época prehispánica, cuando el Popocatépetl fue escalado como parte de rituales de observación y veneración.

Hoy, las montañas del país siguen convocando a quienes buscan una experiencia donde el cuerpo y la mente dialogan con la naturaleza. Desde las rutas nevadas de Puebla hasta los valles del Estado de México, estos son algunos de los destinos más emblemáticos para quienes desean conquistar las alturas.

Foto cortesía: Rob Wessels.

Pico de Orizaba, Veracruz–Puebla
Por supuesto íbamos a iniciar esta lista con el Pico de Orizaba, con 5,747 metros sobre el nivel del mar, el Citlaltépetl —como se le conoce en náhuatl— es la montaña más alta de México y una de las más desafiantes del mundo. Declarado Parque Nacional en 1937, el Pico de Orizaba es considerado la séptima cima más imponente del planeta. Su ascenso combina exigencia técnica, paisajes volcánicos y amaneceres que justifican cada paso.

Iztaccíhuatl, Estado de México–Puebla
“La mujer dormida” es una montaña que respira mito y geografía. Con 5,240 metros de altura, el Iztaccíhuatl ofrece una de las rutas más populares entre los alpinistas mexicanos. La vista desde su cima permite contemplar al Popocatépetl frente a frente, como si ambos conservaran la antigua leyenda de amor y sacrificio que los une.

Nevado de Toluca, Estado de México
También conocido como Xinantécatl, este volcán alberga dos lagunas sagradas dentro de su cráter. Con 4,690 metros de altura, es una de las montañas más accesibles y fotogénicas del país. Durante el invierno, su cumbre cubierta de nieve atrae tanto a montañistas experimentados como a viajeros que buscan una primera experiencia cercana a la alta montaña.

Nevado de Toluca, al centro la Laguna de la luna. Foto: shutterstock.

La Malinche, Tlaxcala–Puebla
A 4,461 metros sobre el nivel del mar, el volcán Matlalcuéyetl —La Malinche— combina senderos amplios, bosques de pino y vistas que permiten observar gran parte del altiplano central. Es ideal para quienes comienzan en el alpinismo, ya que su ascenso es más amigable y su entorno ofrece zonas seguras para acampar o realizar excursiones guiadas.

Nevado de Colima, Jalisco
Aunque su hermano, el Volcán de Fuego, sigue activo, el Nevado de Colima permanece dormido y accesible. Con 4,260 metros de altitud, fue declarado Parque Nacional y se ha convertido en un refugio para quienes buscan altitud sin complicaciones extremas. Su ruta es de las más contemplativas: el aire huele a pino y el horizonte parece no tener fin.

Nevado de Colima. Foto cortesía de Nevado de Colima Parque Nacional

En todas estas montañas, la recompensa no está solo en la cumbre, sino en el trayecto. Cada paso hacia arriba revela algo del país y de uno mismo: la fuerza, el miedo, la calma y la pequeña grandeza de seguir avanzando.

Recomendaciones para practicar alpinismo de forma segura

1. Infórmate y planea tu ruta. Conoce el clima, los horarios recomendados y la altitud máxima antes de emprender el ascenso. Evita subir solo y comparte siempre tu itinerario.

2. Equípate adecuadamente. Usa calzado de montaña con buena tracción, ropa térmica y capas ligeras que permitan regular la temperatura corporal.

3. Aclimátate a la altura. Realiza pausas frecuentes para evitar el mal de montaña. Hidrátate constantemente y escucha a tu cuerpo.

4. Respeta la montaña. No dejes basura, evita hacer fogatas y sigue los senderos establecidos. La conservación del entorno también forma parte de la experiencia.

5. No subestimes las condiciones. Si el clima cambia o la fatiga aparece, desciende. La montaña siempre estará ahí para otro intento.


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