
Por Kin Woo
El artista de performance Leigh Bowery tuvo una vida muy larga antes de morir en 1994, a los 33 años, por complicaciones relacionadas con el sida: fue diseñador de moda, director artístico de vídeos musicales, líder de un grupo de pop transgresor llamado Minty y modelo del pintor Lucian Freud. Se resistía a una categorización sencilla. “Si me etiquetas, me niegas”, decía. Nacido en un suburbio tranquilo de Melbourne, Australia, Bowery se mudó a Londres en 1980 a los 19 años y procedió a reinventarse en el circuito underground de clubes queer, especialmente en Taboo, el renombrado nightclub que fundó. Con una variedad de máscaras adornadas, equipo de bondage, pelucas y plataformas altísimas que realzaban aún más su estatura de 1,90 metros, empujó los límites de la transformación –y de las normas de la época– a través de la vestimenta y el maquillaje. Treinta años después de su muerte, su influencia puede verse en todas partes, desde la estética anárquica de diseñadores como Rick Owens y Charles Jeffrey, hasta los vestuarios subversivos usados por Lady Gaga. Este mes se inaugura una nueva retrospectiva en la Tate Modern de Londres. En una serie de salas temáticas –el hogar, el club, el escenario y la galería– la exposición explora el arte, la vida y el legado de Bowery a través de pinturas, fotografías, películas y entrevistas con muchos de sus colaboradores, entre ellos el artista Cerith Wyn Evans, la drag queen Lady Bunny, la DJ Princess Julia y el músico Boy George. ¡Leigh Bowery! estará en exhibición en la Tate Modern de Londres hasta el 31 de agosto, tate.org.uk.