
Redacción T Magazine México
El caso MYKA se entiende en dos capas: producto y método. En la primera, un helado de yogur griego con cremosidad limpia, probióticos de kéfir de cabra y una batería de toppings diseñados en casa —granolas, salsas, compotas, crumbles— con criterio culinario; nada accesorio, todo intención. En la segunda, una operación que combina oficio pastelero y disciplina empresarial: Morales (formada en Le Cordon Bleu y con paso por el taller de Pierre Hermé) conduce la I+D y el lenguaje de marca; Ezquerro ordena la expansión y la logística sin perder control de la formulación.


El proyecto abrió en julio de 2023 (Ortega y Gasset) y sumó direcciones en San Lucas y Ponzano. A partir de ahí, el crecimiento —apoyado en el boca a boca— derivó en una red de franquicias en 16 países, mientras escuelas de negocio como IE e ICEX lo incorporaron como caso de estudio. Más allá de las cifras, permanece un gesto simbólico: la primera apertura fuera de España será en México, origen de la historia personal de sus fundadores.

“Myka” significa brillar en griego. La consigna, reducida a su esencia, apunta a eso: un postre que busca equilibrio entre el sabor, que evidentemente, todos los clientes esperan recibir a manos llenas y salud, y un formato que convierte la visita en una rutina exigente —de producto, de proceso, de experiencia—, buena ecuasión.