Crédito: cortesía del artista.

Redacción T Magazine México

Colin Roberts construye un lenguaje visual que transita entre la escultura, el dibujo y la pintura. Su obra se alimenta de referencias surrealistas y de la cultura pop, que se entremezclan con arquitectura y juegos de luz. En su imaginario conviven bustos de chicle, cubos de plástico inflado y cojines holográficos, piezas que oscurecen y transforman lo familiar hasta volverlo extraño e incluso fantástico.

Crédito: cortesía del artista.
Crédito: cortesía del artista.

Graduado de Otis School of Art and Design en 2001, Roberts ha exhibido su obra en colecciones internacionales y ha colaborado con nombres como Maison Martin Margiela y Johnston Marklee Architects. Desde Los Ángeles, desarrolla un trabajo que cruza límites culturales, sociales y psíquicos con la misma naturalidad con que un sueño borra las fronteras del tiempo.

En su serie más reciente, Holograph Pillows, el artista convierte un objeto íntimo y cotidiano —la almohada— en una escultura de acrílico transparente que descompone y refleja la luz. Cada pieza se compone de cientos de fragmentos cortados y ensamblados a mano, con una precisión que desafía la rigidez del material y sugiere una suavidad ilusoria.

“La almohada es un objeto universal, donde reposamos el cuerpo y también los sueños. Es arquitectura de lo íntimo, una escultura de luz”, explica el artista.

Crédito: cortesía del artista.


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