(Izq.)  Big Bang Unico Water Blue Sapphire, de Hublot. (Der.) Calatrava 5328G, de Patek Philippe. Crédito: cortesía de las marcas.

Por Javier Fernández de Angulo

Para la Fundación Juan March de Madrid, donde a comienzos de este año se estrenó la exposición Lo tienes que ver. La autonomía del color en el arte abstracto, “el color no existe”; sin embargo, matiza la institución, “el mundo es inimaginable sin él”. Porque el color, ya sea este físico o metafórico, natural o artificial, ha sido un elemento clave en la historia del arte, siempre asociado al mensaje creativo, además de uno de los elementos que marcan nuestro tiempo. Así lo percibimos en la naturaleza, y tal y como hemos visto recientemente en Ginebra (Suiza), también en el mundo de la alta relojería, donde esta temporada aparece representado en materiales como el acero y la cerámica y en piedras preciosas como el zafiro. 

La ciudad del país alpino acogió a comienzos del pasado mes de abril una nueva edición de Watches & Wonders, su célebre feria relojera, que en 2025 tuvo al color azul como uno de los grandes protagonistas. “El azul ha sido designado eternamente por la deidad como fuente de deleite”, escribió el británico John Ruskin, mientras que para el artista Yves Klein, autor de la célebre Monocromo azul (1961), “el cielo azul fue su primera obra de arte”, tal y como explica en su web el Museum of Modern Art de Nueva York.

Tradicionalmente asociada al blanco y negro, Chanel homenajeó en Ginebra a su legendario modelo J12, que ahora, 25 años después de su lanzamiento, aparece reinterpretado en un azul profundo que rinde tributo a la paleta en este tono que utilizaba Coco Chanel en sus diseños. El nuevo J12 Bleu se presenta en diferentes calibres y tamaños (33 y 38 mm), en tonos mate, con opciones en cerámica y acero y con variedades como tourbillon, diamantes y bisel con 34 zafiros hasta completar un total de nueve versiones de una familia en la que destaca el J12 Bleu X-Ray, que incorpora una caja y brazalete elaboradas a partir de un bloque único de zafiro sintético y 196 zafiros de talla baguette engastados tanto en el bisel como en los eslabones. 

Otro clásico fiel a relación con el azul como protagonista de sus diseños es el nuevo Panerai Luminor Marina, que recuerda al creado en 1960 gracias a su protector de corona y a un ADN que históricamente ha apasionado a los coleccionistas. Algunos pequeños detalles mejoran a este reloj intrínsecamente asociado a los océanos que nació como herramienta de precisión para la Marina italiana y ahora se presenta con una mayor resistencia al agua, (50 BAR, 500 metros de profundidad), una reserva de marcha de tres días, un menor grosor y la tecnología de luminiscencia Super-LumiNova X2, que ofrece más brillo y más tiempo. 

(Izq.) G.F.G. Calibre 135, de Zenith.
(Der.) Oyster Perpetual Land-Dweller, de Rolex. Crédito: cortesía de las marcas.

La marca Zenith también ha elegido el tono azul para vestirse de gala con motivo del 160 aniversario de su fundación. Cuando Georges Favre-Jacot fundó su manufactura en 1865, su sueño era “crear el reloj perfecto”, según señala la propia marca, motivo por el que bautizó la compañía con el nombre de Zenith. Fue entonces cuando nació el conocido como Calibre 135, uno de los modelos más finos y fiables de su época. A orillas del lago Lemán y como homenaje al maestro, la casa relojera presentó el modelo G. F. J. Calibre 135, una edición limitada a 160 ejemplares (uno por cada año de la marca) con esfera fabricada en lapislázuli que es también un tributo a los orígenes de la marca.

Presentado por primera vez en 2005, el modelo Big Bang se convirtió prácticamente desde su lanzamiento en uno de los diseños más emblemáticos de Hublot, marca que quiso celebrar en Watches & Wonders las dos primeras décadas del modelo reinterpretándolo en cinco nuevas propuestas en materiales como titanium ceramic, king gold ceramic o red magic. Entre ellos destaca el Big Bang Unico Water Blue Sapphire, con el que Hublot busca ampliar los límites de la cromática, la transparencia y la propia ciencia. 

Dos de las manufacturas que transformaron Suiza en el epicentro de la alta relojería mundial también presentaron nuevas creaciones en la feria de Ginebra. Rolex volvió a dar lecciones de creatividad con su nuevo modelo Oyster Perpetual Land-Dweller, un reloj fruto de más de siete años de desarrollo con caja de platino, esfera azul glaciar con motivo nido de abeja y brazalete Flat Jubilee, mientras que Patek Philippe descubrió el modelo Calatrava 5328G, una de las grandes novedades de Watches & Wonders. El nuevo reloj de la manufactura, con una atemporal caja redonda en oro blanco, destaca por su clasicismo y elegancia sencilla e incorpora una reserva de marcha de ocho días, una sofisticada mecánica en su calendario y un grabado en guilloché junto a la corona que adorna el perímetro de la esfera. Inspirado en los relojes de piloto de la marca, el Calatrava 5328G se presenta en azul (con correas también en café) y esfera texturizada.

La revisión del modelo Ingenieur, creado para IWC Schaffhausen por el diseñador Gerald Genta, incorpora una esfera azul con rejilla de rayas y cuadros, caja de acero y cristal de zafiro anti-reflejos. Además, se presenta con calendario perpetuo, ingenio ideado en la década de 1980 por Kurt Klaus, relojero principal de la casa, quien asumió el reto tecnológico de introducir en un reloj de pulsera el calendario gregoriano con todas sus múltiples irregularidades. El Ingenieur Perpetual Calendar 41 es capaz de mostrar la fecha correcta hasta el año 2499. 

Otro clásico que se viste de azul es el Alpine Eagle Flying Tourbillon de Chopard, que en Ginebra apareció fabricado en platino con una caja extraplana de 41 mm y con una original esfera texturizada en Nuances Glace, un azul vibrante inspirado en los matices de luminosidad que ofrecen los glaciares. Su versión en acero es un tributo de su creador, Karl-Friedrich Scheufele, a las montañas suizas. También inspirado en el poder del águila, su esfera azul, lograda a través de un tratamiento galvánico, semeja el iris de esta ave, mientras que los números romanos de su esfera están chapados en rodio y recubiertos con Super-LumiNova.

En palabras de Neil Armstrong, el primer humano en pisar la Luna: “De repente, me di cuenta de que ese guisante diminuto, bonito y azul, era la Tierra. Levanté el pulgar y cerré un ojo, y mi pulgar ocultó el planeta Tierra. No me sentí un gigante. Me sentí muy, muy pequeño”.


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