Esencias refinadas que recuperan una tradición en declive: la Alta Perfumería francesa. Crédito: cortesía de la marca.

Por Abraham de Amézaga

Del sur de Francia, de la región del Var, al mundo. Un clan, los Cremona, ligados al universo de los perfumes desde hace varias generaciones. “En mi familia, lo bello ha formado parte de la cotidianidad, unido a la calidad”, explica en París Anne-Lise, hija del fundador de la casa Henry Jacques y a cargo hoy de la compañía. Y lo hace en la que es la boutique más impactante, al comienzo de la prestigiosa avenida Montaigne, en la arteria del lujo de la capital del Sena.

Archivos, los suyos, que guardan más de tres mil fórmulas, donde un buen número han servido para crear perfumes a medida para jefes de Estado, actores, acaudalados nombres… “Fue precisamente ese terreno, el de las creaciones únicas, el que nos permitió despuntar y de algún modo salvar la empresa, cuando las fragancias comerciales de los grandes grupos comenzaban a imponerse”, confiesa su máxima responsable a T Magazine México.

Uno de los pioneros por tanto en ese campo, nombre de nicho de ese lujo que no se ve, pero se huele, ese que despierta intensidad de emociones. La mayoría de los clientes de este perfumero de alta costura que crea esencias –más codiciadas que los extractos– son fieles. Además de fragancias –poseen un Top 50–, cuentan con productos exclusivos, como el “Clic-Clac”, un minimalista estuche para transportar el perfume elegido, de modo sólido. Rafael Nadal ha caído rendido ante él, contando con una edición de este objeto de transmisión, fruto de la precisión y la alta tecnología suiza.

Con una decena de boutiques propias en el mundo, cuya arquitectura interior es obra de Christophe Tollemer, no tienen ambición por crecer rápido, sino por seguir haciéndolo bien. En 2025, la “maison” alcanzará medio siglo, y lo van a celebrar por todo lo alto, en un terreno en el que no hay límites para la creación.


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